La historia no contada de un joven indígena colombiano periodista, guardián y peluquero

Floresmiro Campo junto a la tumba de su hijo, cerca de la casa familiar. Foto de Willian Jairo Mavisoy, utilizada con autorización.

Nota del editor: Este artículo forma parte de una cobertura más amplia de las amenazas que sufren los periodistas indígenas en Cauca (Colombia). La primera historia habla de la impunidad de que gozan los crímenes contra reporteros, y la segunda, del contexto de la lucha indígena por documentar su esfuerzo para proteger las tierras comunitarias. La tercera versa sobre el legado de María Efigenia Vásquez en la reserva de Kokonuco.

Una valla protege los restos de Eider Arley Campo Hurtado cerca del hogar de su familia, donde se oyeron sus risas infantiles. Una foto de Eider, flores multicolores y un mensaje en su memoria marcan el lugar que su padre eligió para su descanso.

El padre de Eider «plantó» el cuerpo de su hijo, como los indígenas denominan el acto de morir y volver a la Madre Tierra, el 5 de marzo de 2018. Su hijo fue otro comunicador indígena asesinado en sus tierras. Aún no había cumplido los 22 años.

Eider Arley Campo Hurtado era miembro de la guardia indígena nasa y de la estación de radio intercultural indígena de la reserva de Pioyá. También incursionó en l música y era peluquero. En Colombia, las guardias indígenas son grupos de hombres, mujeres y niños no armados que supervisan y protegen sus tierras ancestrales en coordinación con las comunidades y autoridades tradicionales.

La reserva de Pioyá está ubicada en el territorio ancestral de Sath Tama Kiwe. Como explicó el pueblo nasa en un comunicado de prensa, es esencial liberar la tierra de los latifundistas y ahora también de las multinacionales, y están dispuestos a arriesgar sus vidas en su defensa

Un hombre, supuestamente implicado en actividades ilegales relacionadas con las FARC en la zona, escapó de la municipalidad de la reserva, donde estaba detenido. Informados por la radio local, y como miembros de la guardia, Eider Campo y su padre, Floresmiro, intentaron capturar al fugitivo y a quienes lo ayudaron, Eider tomó un camino con algunos amigos, mientras que Floresmiro se quedó patrullando en una zona distinta.

Floresmiro dijo a Global Voices que oyó disparos y escuchó a alguien advirtiendo por el receptor portátil que había un herido. Cuando Floresmiro preguntó quién era, la voz de la radio dijo: «Chico». Su corazón se desbocó, porque ese era el apodo de su hijo, pero pensó que podía ser otra persona, así que insistió: «¿Qué Chico?», y le contestaron «El peluquero». En ese momento supo que la víctima era su hijo. Se dirigió al lugar donde Eider había sido abatido.

Unas horas después, miembros de la comunidad nasa capturaron al fugitivo y a sus cómplices. El precio fue alto: una vida se había perdido. Una vida llena de energía, un guardia indígena no armado que protegía la tierra, un peluquero y un comunicador indígena silenciado para siempre.

Después del asesinato de Eider, la fiscalía general publicó un comunicado de prensa en el que informaba de la captura de ocho supuestos disidentes de las FARC. Se les condenó según la ley indígena, y fueron sentenciados por la comunidad a entre 20 y 40 años de prisión en la penitenciaría de San Isidro de Popayán, ubicada a tres horas y media de la reserva.

La persona que mató a Eider pidió perdón, pero el padre del joven rechazó su ruego. La condena no ayudó a paliar su dolor, aunque cree que deben pagar por lo que hicieron.

Mensaje en memoria de Eider Arley, periodista y guardia indígena en la reserva de Pioyá. Foto de Willian Jairo Mavisoy, utilizada con autorización.

Radio Pioyá

Las balas silenciaron la voz de un hombre indígena nasa que se había enamorado de la cadena de radio que vive en el corazón de su reserva. Primero acudí algunas horas diarias, y después se unió al equipo de comunicadores indígenas.

La cadena se creó para cubrir dos necesidades: una comunicación más rápida dentro de la comunidad, que carece de red telefónica, y controlar el territorio informando sobre actividades extrañas o ilegales dentro de la reserva.

La radio también ayuda a mantener viva la cultura nasa, gracias al contenido producido en su propia lengua, el nasa yuwe, como explica Iván Campo, otro de sus miembros.

Tener sus propios canales de comunicación es esencial para los pueblos indígenas de la región colombiana de Cauca. Estos canales están hechos por y para ellos, respetan sus tradiciones, persiguen el objetivo de «liberar a la Madre Tierra» de actores externos que les disputan las tierras para dedicarla a negocios legales e ilegales, y pretenden recuperar la armonía en la región.

Jorge Campo, actual gobernador de la reserva de Pioyá. Foto de Willian Jairo Mavisoy, utilizada con autorización.

Defender a la Madre Tierra

Eider murió ayudando a capturar a un hombre que había roto el equilibrio de la tierra con actividades ilegales. Defendiendo sus tierras de actores ilegales, como traficantes de drogas, paramilitares y guerrilleros es arriesgado, no solo para los periodistas indígenas, sino también para las autoridades ancestrales como Sandra Peña, asesinada en abril de 2021.

Jorge Campo, el actual gobernador de la reserva, y autoridad ancestral, dijo que las extorsiones y los robos aumentan mientras el pueblo nasa resiste pacíficamente la creciente demanda de tierras para cultivos ilegales de coca y cannabis.

A pesar de los riesgos, el pueblo nasa seguirá defendiendo a la Madre Tierra por medio de la comunicación, las guardias y la cultura indígenas ante quienes dañan sus tierras tradicionales.

* Esta es la cuarta de cinco historias sobre crímenes contra periodistas de Colombia, sobre todo reporteros indígenas en la provincia de Cauca, apoyados por la ONG londinense Justice for Journalists Foundation (JFJ). La JFJ financia investigaciones periodísticas de crímenes violentos contra trabajadores de medios de comunicación, y ayuda a periodistas profesionales y ciudadanos a mitigar sus riesgos.

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