Este artículo de Amina Sejfić se publicó originalmente en Balkan Diskurs, proyecto del Post-Conflict Research Center (PCRC). Global Voices reproduce una versión editada en virtud de un acuerdo para compartir contenido.
La primera película de Aida Gavrić, “Los descoloridos”, se proyectó el 14 de octubre como parte del proyecto y exposición fotográfica “The Love Tales” de Post-Conflict Research Center, y generó debate público. La película trata sobre niños de matrimonios étnicamente mixtos que son estigmatizados como «mestizos» y relegados a un espacio casi invisible, entre mundos, dado el carácter etnonacionalista de la sociedad bosnio-herzegoviana.
La película muestra distintas perspectivas sobre las identidades híbridas y la posición de no pertenencia, y reflexiona sobre la idea de que la pertenencia no es esencial y que la no pertenencia es una opción.
“Los descoloridos» sigue a aquellos nacidos en una época de amor entre diferentes pueblos que, con el colapso de la hermandad y la unidad, se encontraron atrapados en un “entremedio”. De esta manera, la película se enfoca en quienes desafían la clasificación en un país en el que las categorías etnonacionalistas tiñen el panorama social. Estas personas a menudo son etiquetadas como un exceso o un «otro», dijo Gavrić.
Explicó que la idea de la película surgió de su fascinación científica y de su investigación sobre la identidad híbrida y la identidad en general. La raíz de esta fascinación radica en la experiencia personal. Cuando era niña, se dio cuenta de que no se la puede clasificar de acuerdo con las categorías confesionales y étnicas populares en una sociedad en la que tales clasificaciones no solo son importantes, sino centrales en casi todos los aspectos de la vida.
Gavrić tiene una maestría en el Departamento de Literatura Comparada y Bibliotecología en Sarajevo. Recientemente defendió su tesis doctoral sobre cosmopolitismo y literatura mundial en la revista Nada entre 1895 y 1903.
Su historia personal está inserta en toda la película, ya que ella misma es hija de un matrimonio mixto. Por esta razón, dice que le resulta difícil elegir una escena de la película como la más conmovedora. Sin embargo, finalmente destaca la historia de dos niñas, Nora Gutić y Arven Gavrić Memić, cuyo espíritu, reflexión e incluso representación visual encarnan la esencia de lo que describe la película.
“Cada aspecto es extremadamente importante para mí y forma parte indispensable del rompecabezas de lo que quería transmitir a la audiencia. Pero si realmente tuviera que elegir, diría que es la perspectiva de las dos niñas de seis años, que es la más inteligente”, explica Gavrić.
“Siempre quise cambiar el mundo”
Es sumamente importante discutir estos temas, especialmente en una sociedad tan dividida y desconfiada como la de Bosnia Herzegovina. La forma más fácil de acercarse al tema es, sin duda, a través del arte, porque en el caso del arte comprometido, el silencio no es oro.
“No quiero estar en silencio. Los artistas no deben permanecer en silencio. De lo contrario, ¿quién más señalará la realidad y qué tiene de malo y extraño? ¿Quién lo descubrirá?, dijo Gavrić. Señaló que siempre ha querido cambiar el mundo y cree que este es el principal impulso de la mayoría de quienes trabajan con el arte, o al menos debería serlo.
Velma Šarić, presidenta y fundadora de Post-Conflict Research Center, ha demostrado el potencial del arte para cambiar las narrativas establecidas. Su trabajo se basa en el uso de contenidos multimedia innovadores para la promoción de historias de paz, incluidos documentales, fotografía y arte.
“El arte ha demostrado ser un excelente medio para promover verdaderos valores y temas que aún son un tanto tabú en nuestra sociedad. El arte es la forma más fácil de cambiar las arraigadas narrativas actuales”, dijo Šarić.
Relaciones inexistentes e insostenibles
La exposición «Love Tales» se instaló en el Museo de Historia de Bosnia Herzegovina, que organizó la proyección de «Los descoloridos» junto con el Centro de Investigación Posconflicto. La exposición se centra en diez parejas étnicamente mixtas de Bosnia Herzegovina. Tanto la exhibición como la película desafían la narrativa existente de que las relaciones entre personas de diferentes etnias son inexistentes e insostenibles.
Gavrić fue testigo del poder del arte, incluidos los documentales, cuando su película se estrenó en el Festival de Cine AJB DOC en septiembre, en la categoría de películas grabadas con un teléfono inteligente. Está disponible en línea en el canal de YouTube de AJB (solo en bosnio).
“Es especialmente interesante que una audiencia que no está directamente afectada por el tema central reaccionara fuertemente a la película. La gente a menudo lloraba y reía al mismo tiempo al verla. Como alguien que ha pasado toda su vida escribiendo, es decir, un medio que tiene un alcance muy limitado, esta experiencia es totalmente extraordinaria”, explicó Gavrić. Agregó que esta película en realidad representa un punto de inflexión significativo en su trabajo: la transición de texto a imagen en movimiento.
La inspiración para el título “Los descoloridos” provino del trabajo de Džemaludin Latić, profesor y escritor que publicó un texto en 1994 en la revista de guerra Ljiljan y en el volumen recopilatorio «Mješoviti brakovi» (Matrimonios mixtos). En el texto, se refirió a los matrimonios mixtos como “una especie de incomprensión de la vida en común”, así como “matrimonios mayoritariamente fallidos en los que surgen conflictos severos”. También dijo que los hijos de estos matrimonios son “frustrados por defecto”, por lo que el autor recomendó en su momento que “dichos matrimonios terminen de una vez por todas”.
“En la película, se le dio el espacio para explicar su visión actual del texto que escribió hace casi 30 años y para expresar su punto de vista sobre el tema hoy”, dijo Gavrić. En un momento de la película, el profesor Latić se disculpa por, como dice, “la expresión torpe y descuidada” que utilizó en el texto de 1994.
El autor de “Los descoloridos” cree que debemos aceptar la diversidad en la identidad entre las personas.
“No permitas que te dividan, disminuyan ni cataloguen. El determinante de identidad colectiva más bajo aceptable para un ser humano es el de pertenecer a la tierra. Este es el único camino hacia la utopía kantiana de la paz eterna”, concluyó Gavrić.