Este artículo lo publicó por primera vez por Raseef22, plataforma de medios árabes, el 5 de enero de 2023, y fue escrito por Mughira Harbiyeh. Publicamos una versión editada, en virtud de un acuerdo para compartir contenido.
En 1919, cuando Omdurman abrió un nuevo horizonte hacia la modernidad y la civilización, los fundadores de la música sudanesa contemporánea, el compositor y cantante Hajj Sorour y el poeta Ibrahim Al-Abadi, emprendieron una acción que alteraría para siempre el mapa de la música sudanesa y su destino.
Desterraron de Omdurman a los tanabra, grupo étnico con música icónica, cuando los tanabra se rebelaron contra ellos. El grupo era del campo y los desiertos y dominaba la escena musical tradicional.
Un siglo después de este exilio histórico, tras la Revolución de Diciembre, y en un momento confuso en el que los sudaneses anhelaban la restauración de la vida civil en todas sus expresiones refinadas y culturales, como noches de teatro, cine, recitales de poesía y canto, los tanabra reaparecieron, capturaron la capital desde todos los ángulos mientras vestían atuendos típicamente beduinos: turbante levantino y chaleco sobre ropas multicolores.
Esta vez, volvieron con una modesta rababa de 5 cuerdas y un ritmo seco y contenido.
Sus melodías captan la angustia del amor, la privación y la nostalgia, y las tradiciones beduinas y ecuestres. Se transmiten por un texto lírico poético que solo tiene una dimensión de llanto, se cierra a todas las demás dimensiones y prohíbe lecturas interpretativas alternativas, en contraste con la música sudanesa, que alimentó profundamente la conciencia desde la revolución al nuevo realismo, la era romántica, hasta la edad de la codificación.
Actualmente, los tanabra están muy solicitados para eventos musicales en la ciudad y sus alrededores, como bodas y graduaciones. En el transporte público y en los teléfonos móviles suena su música. Esto coincide con una notable escasez de artistas contemporáneos y de creación musical seria que llenen el vacío que deja la marcha de los músicos sudaneses de renombre, así como por la movilización tribal tras el golpe del Ejército.
Locura musical impulsada por la nostalgia
El músico Walid Youssef declaró a Raseef 22 que este fenómeno se debe a la disparidad entre el desierto productivo y las ciudades consumidoras, a la grave falta de infraestructuras y servicios esenciales y al desplazamiento de los habitantes del desierto a zonas urbanas.
El resultado es la inflación y el crecimiento de las ciudades, y el aumento de las barriadas, los cinturones de pobreza y la construcción desordenada en las afueras de las ciudades y posiblemente en sus centros, a cambio de la decadencia y el desvanecimiento de las comunidades rurales desiertas.
«La emigración rural se tradujo en mala integración de los inmigrantes rurales en su nuevo entorno urbano, retención de sus auténticas costumbres rurales, auge de comportamientos y expresiones sociales extravagantes y proliferación de fiestas rurales tradicionales en el centro de las ciudades», prosigue Youssef.
Destaca el renacimiento de la antes moribunda tradición albutana, que resurgió espectacularmente con el regreso de la música rababa. Se trata de una tradición en la que jóvenes desnudos se golpean con látigos durante las celebraciones en medio de los ululatos de las mujeres, para demostrar las virtudes beduinas de masculinidad, paciencia, resistencia y valor.
«Lo que se produjo está más cerca de la nostalgia», declaró a Raseef22 el crítico de arte Siraj El-Din Mustafa, «con el regreso del estilo haqibi seguido del canto rababa». Y añade: «Volver al estilo antiguo puede interpretarse de muchas maneras, la más importante es que la música sudanesa moderna, o lo que se conoce como el estilo «omdurman», no ha conseguido ofrecer un discurso lírico que coquetee con todos los estados de ánimo y satisfaga todos los gustos, y se ha limitado solo a la gente de la ciudad y ha ignorado los márgenes».
Mostafa cree que los avances tecnológicos han provocado una revolución contra la música moderna, y que la popularidad actual de la música rababa puede verse como un enfrentamiento entre los márgenes y el centro. «Es una batalla vieja y recurrente que demuestra la falta de interés de todos los regímenes gobernantes por los márgenes, en términos de servicios de vida o incluso a nivel de organizaciones de medios que operan en una región limitada», afirma.
En su opinión, la música rababa ha encontrado una plataforma amplia e ilimitada para llegar a todos y establecerse como un estilo lírico digno de consideración como resultado de la revolución de las redes sociales, que se infiltró y trastocó las ideas tradicionales, y provocó un cambio de actitudes.
La música tanabra no se usa en la movilización tribal que tiene lugar en Sudán, según Mustafa, ya que «estos jóvenes solo cantan a su amada».
Sin embargo, el autor Muhammad Dahab Tablo confirma que la popularidad de la música rababa es un fenómeno político deliberadamente diseñado para atraer a los productores musicales hacia este género. La mayoría de los partidarios simplistas de este estilo musical no ven ningún mal político en las acciones de los revolucionarios de Jartum, que buscan una incubadora política tras cometer apostasía.
En opinión de Tablo, estas personas comunes y corrientes fueron las primeras víctimas de la marginación sistemática de la administración de Jartum durante más de 50 años. «Los artífices del golpe se esfuerzan por apelar a los lazos raciales [la tribu] y despertar el entusiasmo de las comunidades rurales para fomentar una percepción alternativa y favorable de la tiranía militar. Apoyan generosamente la creación de música rababa para que se promueva en las calles», prosigue. Tablo sostiene que, si este gasto se realizara bajo el paraguas de un Estado civil, sería un rayo de esperanza para la prosperidad de las culturas regionales que conforman un país multicultural bajo la protección de una ciudadanía igualitaria.
Vidas latentes
«Estoy encantado de que las canciones country se hayan infiltrado en Jartum», afirma el poeta modernista Abd Al-latif Hassan, y confirma su preferencia por la música tanabra. «Sudán es un gran país con muchas grandes culturas y artes. También incluye vidas enteras y auténticas que nacieron y murieron en silencio sin que nadie les prestara atención», declaró a Raseef22.
«Grandes talentos han pasado desapercibidos, no se les ha dado suficiente espacio para expresar su creatividad y ni siquiera se ha reconocido su trabajo porque no satisfacía los criterios establecidos por los habitantes urbanos, que tienen ideas diferentes sobre lo que constituye el arte, quién lo merece y quién no», afirmó.
Hassan sostiene que quienes viven en zonas rurales y en el desierto se han visto durante obligados por la autoridad a conducir sus vidas de acuerdo con expectativas y modelos específicos y son incapaces de rebelarse contra ellos, rechazarlos o trascenderlos.
«Son pocos los que conocían las magníficas canciones y poemas que surgían en los prados. Se las pasaban para expresar su pasión por la vida y calentar el alma. Las canciones llevan la angustia de sus corazones seducidos y la pérdida de su amada; esta música normalmente queda entre ellos, sin que nadie lo sepa», añade.
Hassan prosigue: «Ahora, todos son consciente de eso. Son pocos los que se sienten ofendidos, porque no les gusta que les arranquen el suelo de debajo de los pies ni que socaven sus rígidos y arbitrarios criterios de conocimiento y gusto artístico».
Aquí, algunos de los sonidos que ofrece la música sudanesa.