Esta historia de Bernadette Hsiao, Evelyn Yang y Kitty Bush se publicó originalmente en Focus Taiwan, la rama de habla inglesa de la Agencia Central de Noticias de Taiwán (CNA). Global Voices se publica una versión editada en virtud de un acuerdo de asociación de contenido.
Con la inminente llegada del festival del Orgullo en Taiwán el 28 de octubre, es un buen momento para visibilizar una manifestación artística que hace lo suyo por acabar con las normas de género: los espectáculos drag.
Drag es el arte de disfrazarse del género opuesto para bailar, cantar y hacer fonomímica. Algunos testimonios ubican su origen en Grecia y Roma antiguas, donde los hombres actuaban como mujeres en obras de teatro, también era popular en el teatro japonés y en presentaciones de ópera pekinesas en China de los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, debido al estigma que rodea a la cultura drag, gran parte de su historia es confusa o está en las sombras.
En Taiwán, los espectáculos drag ganaron popularidad en la década de 1990, antes de su declive y posterior resurgimiento en los últimos años al son del éxito rotundo del programa RuPaul's Drag Race que volvió a poner a esta subcultura popular en tendencia.
«Empecé a ver RuPaul’s Drag Race hacia mediados de 2018 y el entusiasmo de los concursantes por el drag fue inspirador, así que decidí intentarlo», contó Chang Wei (薔薇), de 25 años, que usa pronombres no binarios en entrevista de CNA, antes de su presentación del 9 de septiembre en Locker Room, famoso bar LGBTQ+ en Taipéi.
«Al principio no era realmente drag queen. De vez en cuando iba a fiestas y eventos donde usaba maquillaje drag. Luego participé en algunas competencias y me fue muy bien. La gente me pedía que continuara mis presentaciones, ¡y aquí estoy!», dijo Chiang Wei, que nació con el nombre de Chiang Wei-cheng (江威成) y cuyo nombre artístico es «Chiang Wei», que significa «rosa».
Además de discutir sus fuentes de inspiración, Chiang Wei se dio cuenta de que su trabajo también ha inspirado a otros: «Al principio de mi carrera, subía tutoriales de maquillaje en mi canal de YouTube y en Instagram; algunas personas me dijeron que se convirtieron en drag queens luego de ver los videos».
Con la esperanza de ser fuente de inspiración para aspirantes a drag queens, Chiang Wei fundó su drag house «The Haus of WOMÉN» para ayudar a quienes recién llegan al sector.
Una drag house (a veces se escribe «haus») es una «familia» drag que reúne a un amplio rango de queens. Estos lugares son dirigidos por una «madre», con experiencia como drag que cuida y guía a «bebés» de la casa.
«Como ‘madre de la casa’ yo descubro los talentos o la chispa en mis ‘hijas’ y las ayudo a pasar de diamantes en bruto a estrellas del escenario», dijo Chang Wei. «Me da una gran sensación de logro. No solo hago drag porque es divertido, sino porque me encanta ver a las personas perseguir sus sueños y ver cómo elevan su confianza».
Luego de casi cuatro años de experiencia en la escena drag, Chang Wei ha desarrollado su propia marca personal. «No me limito a solo un estilo, pruebo todos los que puedo. En sí mismo, drag es una cultura libre, así que estoy a favor de probarlo todo».
Alvin Chang (張原韶), propietario de 52 años de Café Dalida, bar LGBTQ que monta espectáculos drag con frecuencia, describe a Chiang Wei como «alguien que trabaja mucho, que siempre lucha para dar lo mejor de sí».
Los desafíos
A pesar de que su carrera parece ir sobre ruedas, Chiang Wei también ha experimentado altibajos, como muchos otros que se dedican a lo mismo. La primera dificultad ─y quizás la peor de todas─ fue no tener el apoyo de su familia en sus inicios. Cuando Chiang Wei empezó en el drag, su familia estaba en contra, en especial su padre, quien encontraba la ropa y pelucas de Chiang Wei escondidas en el fondo de su armario y las tiraba a la basura.
«En ese momento mi familia me dijo que ser drag ‘no era normal’ y que solo debía ser algo puntual», dijo Chiang Wei. «Pero luego se dieron cuenta de que lo tomaba en serio y conseguía oportunidades para presentarme en espectáculos y poco a poco se acostumbraron a la idea, ¡incluso mi papá me compró más armarios para ayudarme a guardar mis cosas!».
La pandemia del COVID-19 también golpeó fuerte a quienes están en la industria. Habían muchas menos oportunidades de espectáculos y no había asistencias del Gobierno para quienes eran queens, lo que demostró que, a pesar de que Taiwán es elogiado como bastión de los derechos LGBTQ ─fue el primer país asiático que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2019─, aún hay una falta de entendimiento y aceptación hacia la escena drag: «El Gobierno implantó un programa de subsidios para trabajadores del ámbito de las artes y la industria creativa, pero en un principio como drag queens no nos clasificaron como artistas, así que no nos aceptaron en el subsidio», dijo Chiang Wei, «No nos reconocían como artistas porque la mayoría trabajamos en bares o clubes nocturnos, no teatros, pero lo que hacemos viene de la mano con el arte». dijo. Agregó, «Si más personas supieran sobre drag queens y lo que hacemos, no entenderían y percibirían mejor». Chang comparte ese sentir: «Cuando las drag queens no se les reconoció como artistas, algunos legisladores alzaron sus voces y la situación mejoró. Pero ahora las cosas están estancadas. Necesitamos fomentar a la comunidad drag aún más, para que se vea positivamente y no enfrente tanta discriminación».
Chang también mencionó que ha pasado por muchas dificultades desde que inauguró el Café Dalida en 2006. Nos contó que la cultura drag pasó por su mejor momento en Taiwán durante la década de 1990 y principios de la década de 2000, antes de decaer casi diez años. En ese momento, a quienes estaban en el mundo de drag queens les preocupaba no poder conseguir pareja si continuaban con esa actividad, así que la dejaron, agregó Chang.
«Cuando inauguré Café Delida había algunas leyes que lo hacían difícil [que un espacio LGBTQ se presentaran espectáculos drag], sentí que me excluían porque los dueños de tiendas cercanas pensaban que éramos unos raros», dijo. «Las cosas han mejorado, y ahora convivimos bien con otros negocios, pero a veces nos denuncian ante las autoridades a pesar de no haber hecho nada malo», dijo Chang, y agregó que los taiwaneses aún no pueden ver el valor de los espectáculos drag.
Sin embargo, dice haber notado progreso a pesar de las dificultades. Cheng contó que una mujer mayor se paró a ver una presentación y su actitud había pasado del rechazo inicial a disfrutarlo en poco tiempo, y que incluso aplaudió al final.
Un futuro esperanzador
Chiang Wei dijo que explicarían el drag a quienes tuvieran dificultades para entenderlo, como el hecho de usar maquillaje y bailar para exhibir género e identidad: «Creo que la discriminación puede anclarse en el corazón de las personas, pero esto es aplicable en su mayoría a la generación mayor. La juventud es más abierta y diversa».
Chiang Wei dijo que esperaba un día poder ver un programa drag en Taiwán, ya que ayudaría a aumentar el conocimiento sobre las queens del país: «Creo que hay excelentes artistas, así que sería una lástima que se limitaran sus oportunidades de expresarse».
Chang toma las palabras de Chiang Wei sobre su deseo de que se visibilice y entienda a la comunidad drag, y quiere que se sepa que «la feminidad no debería ser motivo para acosar a nadie», y que ver «drag queens permiten que se entienda que los hombres también pueden ser femeninos y las mujeres pueden ser masculinas».