Una plataforma intenta cartografiar recorte de la libertad artística en Brasil

Este texto de Isabelle Rieger se publica en Global Voices en virtud de un acuerdo de asociación con Nonada Jornalismo, creador del Observatório de Censura à Arte. 

Las obras pueden causar extrañeza, rabia, tristeza o alegría: todo depende de quién lo vea. Pero aunque suscitar emoción al espectador sea una característica del quehacer artístico, las temáticas de algunas exposiciones y obras pueden llevar a censura y boicot. Brasil ha sido prueba de eso.

Para hacer un mapa de esas actividades, en 2019, Nonada Jornalismo creó una plataforma que registra los ataques a la libertad artística del país, el Observatorio de Censura del Arte. Desde entonces, se han registrado 101 casos.

Para analizar las denuncias recibidas, el Observatorio sigue una metodología desarrollada a partir de la investigación de la socióloga Maria Cristina Castilho Costa, coordinadora del Observatorio de Comunicación, Libertad de Expresión y Censura de la Universidad de São Paulo (USP).

La idea surgió con un boicot al cierre de la exposición Queermuseu – Cartografias da Diferença na Arte Brasileira, en agosto de 2017, en Porto Alegre, estado do Rio Grande do Sul. Grupos conservadores, como el Movimiento Brasil Libre (MBL), crearon una cruzada de protestas contra la exposición en redes sociales, acusan a las obras de apología a la zoofilia y la pedofilia, de blasfemia a símbolos religiosos, como informó el diario El País en su momento.

La exposición tenía cerca de 270 obras, e incluyó a artistas brasileños como Lygia Clark, Cândido Portinari y Adriana Varejão, que abordaban diversidad sexual, asuntos LGBT y de género. El curador, Gaudêncio Fidelis, llegó a recibir amenazas de muerte.

Por la repercusión social generada, el equipo del Observatorio considera el caso en el marco de ataques a la libertad artística en el país.

Thais Seganfredo, editora do Nonada e cocreadora de la plataforma, sostiene que la censura, cuando viene de una empresa, con en el caso del banco responsable por el espacio donde fue la exposición, impidió que las personas accedieran a las obras de arte o inventos artísticos. Por eso, es de interés público.

“El poder, en casos de censura, se usa para recortar la libertad artística de los trabajadores de la cultura”, sostiene Seganfredo.

Casos por Brasil

Uno de los casos más recientes que encontró es el del espectáculo m.a.n.i.f.e.s.t.a, de la Compañía de la Danza Palacio de las Artes, relacionada con la Fundación Clóvis Salgado, órgano estatal de Minas Gerais, cancelado por orden del Gobierno estatal. El espectáculo se inauguró en noviembre de 2022 y debió reabrirse el 15 de marzo de 2023, pero el proyecto quedó clausurado. El director de la Compañía, Cristiano Reis, fue despedido.

La obra es una creación colectiva de los bailarines y se inspiró en el “Manifiesto Pau-Brasil”, del escritor Oswald de Andrade (1890-1954). En entrevista al diario O Tempo, la bailarina Marise Dinis criticó la decisión y contó que ya estaba con el contrato firmado para la presentación de 2023.

“Me queda una pregunta: ¿por qué se canceló algo que generó tanto interés, que tuvo una repercusión tan increíble? Para mí, es una afrenta a la Compañía de Danza Palacio de las Artes, que luchó y lucha mucho para sobrevivir y mantenerse”, dijo al diario.

La Fundación Clóvis Salgado afirmó que «con disponibilidad de nuevos recursos presupuestales y financieros, se podrá [el espectáculo] podrá ser remontado». Romeu Zema, gobernador de de Minas Gerais, es partidario del expresidente Jair Bolsonaro.

Denise Dora, abogada especialista en casos de censura à arte, explica que, después de 2016, “se observa una organización del sector conservador en la sociedad brasileña. “Los grandes movimientos de censura a las exposiciones comentaron antes de las elecciones de 2018. El episodio de Queermuseu en Rio Grande do Sul, también la persecución del evangelio según Jesucristo [protagonizada por una actriz trans], todo ocurrió en 2017 y 2018”, recuerda.

Una investigación del Observatorio muestra que por lo menos 14 trabajos artísticos que retrataban a Marielle Franco, concejala de Río de Janeiro asesinada en 2018, fueron vandalizados o apagados entre 2018 y hasta inicios de 2023. Los casos ocurrieron en los estados de São Paulo, Paraná, Rio de Janeiro, Minas Gerais, Ceará y Río Grande do Norte. En la mayoría, el rostro de Marielle fue rayado o pintarrajeado, y los agentes censores fueron anónimos. También hubo frases que reproducían discurso de odio, misóginos, lesbofóbicos y racistas, además de objetos fálicos.

Trabajo cultural

Hasta con gobiernos más progresistas, la censura puede continuar, señala Denise. “La criminalización contra artistas callejeros, que hacen grafitis, producen funk, participan y producen ruedas de slams, especialmente artistas que viven en la periferia de las ciudades, se combina con discriminación racial, discriminación contra la pobreza,  eso siempre hubo, nunca dejó de haber”.

La capoeira, por ejemplo, mezcla de danza, música y arte marcial, es una expresión cultural propia de personas esclavizadas en Brasil que fue criminalizada hasta 1937. Si se encontraba a una persona practicando la capoeira podría haber terminado en la cárcel hasta por seis meses. Hasta ahora, sigue siendo discriminada. Recientemente, Nonada mostró casos de censura y apropiación cultural de práctica por grupos evangélicos, lo que ha preocupado a capoeiristas en varias ciudades del país.

A pesar de que la discriminación positiva aparece tímidamente en anuncios públicos y leyes de incentivos, se sigue segregando a quienes no forman parte de los círculos dominantes. La burocracia y la dificultad del lenguaje son algunas de las principales quejas.

Además de enfrentar la censura, los trabajadores culturales también enfrentan inseguridad laboral en el sector. Según datos del Observatorio Cultural Itaú, 2,7 millones de personas que trabajan en el sector cultural en Brasil son informales, es decir, no tienen contrato formal ni derechos laborales garantizados.

Aunque la economía creativa mueve 3,11% del Producto Interno Bruto (PIB), que va más allá del sector automotivo, no se traduce en mejores condiciones de vida. Salarios bajos, inseguridad financiera, dependencia de licitaciones y financiamientos son factores que causan incertidumbre en relación con el futuro de los artistas brasileños. El bloqueo a la práctica artística también es un obstáculo para las posibilidades de trabajo digno.

Además del Estado, las empresas privadas también actúan como censores. “Cuando dejan de patrocinar, dejan de financiar, también actúan a favor de la censura. Ese fue el caso del banco Santander, que retiró una exposición después de una manifestación pública contra una obra que atacaba la moral y las buenas costumbres”, dice Dora.

O caso citado ocurrió con Queermuseu. La institución financiera estuvo de acuerdo con las protestas contra las obras, incluso después de que la exposición fue aprobada e inaugurada. El banco alegó que las obras exhibidas no observaban los símbolos y creencias, y no estaban de acuerdo con la visión del mundo de la organización.

Otro caso que incluye a una empresa privada fue la cancelación de la presentación del cantante Bruno Camurati en junio de 2022. La presentación para el festival de música góspel Halleluya quedó cancelada sin explicaciones días después de que el cantante se declarara homosexual en las redes sociales. Eventos Shalom, empresa responsable del festival, no dio ninguna explicación.

El Observatorio tiene financiamiento y está integrado al trabajo del sitio Nonada, explica Seganfredo. “Creo que la iniciativa de rastrear los casos de censura como observatorio es algo difícil, porque en la censura al arte en Brasil intervienen agentes públicos y privados. Y esa es una red bien compleja de enfrentar”, señala.

“Creo que debemos estar muy atentos y alerta, y movilizar fuerzas para garantizar el derecho de artistas se manifieste, independientemente de quién esté en el Gobierno”, señala Dora.

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