«Etiquetar árboles»: El idioma keniano en peligro de extinción que se conserva gracias a la forestación

Ilustración de Minority Africa, usada con autorización.

La siguiente historia se publicó originalmente en Minority Africa, y  Global Voices reproduce esta versión como parte de un acuerdo de colaboración para compartir contenido.

Un paseo por el bosque de Mukogodo en el condado de Laikipia, la reserva forestal nacional más grande y seca de Kenia con una superficie de más de 30 000 hectáreas, revela un paisaje: etiquetas metálicas que adornan los árboles, cada una con dos palabras; una en inglés, la otra es su traducción al yaakunte, el idioma de los pueblos indígenas yaaku.

Las etiquetas, por ejemplo, una con la palabra inglesa «elephant» (elefante) y su equivalente en yaakunte, «sogomei«, son una iniciativa de Ann Naibini y Juliana Kageni, hermanas que trabajan arduamente para recuperar su idioma y las tradiciones yaakunte, en peligro de extinción. Son nietas de uno de los tres ancianos que quedan de la tribu yaaku.

«Las palabras están en inglés y sus traducciones están en yaakunte, para que los jóvenes puedan entenderlas fácilmente», dice Kageni.

En 2020, la UNESCO declaró el yaakunte como uno de los idiomas en grave peligro de extinción en Kenia.

El pueblo yaaku era una comunidad tradicional de cazadores y recolectores que migró del sur de Etiopía al bosque de Mukogodo hace más de un siglo. Se asentaron en el condado de Laikipia, región del monte Kenia. Los yaaku se asemejan a los rendille y a los somalíes que viven en el norte de Kenia.

La comunidad se alejó del bosque en 1977 después de que el Gobierno prohibió toda clase de caza en el bosque, lo que afectó su estilo de vida. Desde ese momento, los yaaku fueron perdiendo su identidad cultural ante la comunidad vecina de masái y otras tribus, como los kikuyu. Hoy en día, muchos no pueden comunicarse en su propio idioma.

«Fuimos integrados a la comunidad maa (masái), lo que significa que estamos acabando lentamente con nuestras tradiciones y nuestro idioma», dice Naibini.

Su hermana, Kageni, de 30 años, ejerce como maestra y utiliza sus habilidades y conocimientos para revivir el idioma de sus antepasados, enseña a los miembros de la comunidad cómo escribir y pronunciar.

Kageni tiene un total de 390 alumnos en su aula; cien son adultos y 290 son niños. Imparte sus clases semanales en el pueblo, cerca del bosque de Mukogodo. Según Kageni, en términos generales, una persona puede hablar o escribir yaakunte después de seis meses de lecciones.

«Como maestra, me aseguro de que al final de la semana, la mayoría de los asistentes incorporen al menos una palabra yaakunte, sepan cómo pronunciarla y tal vez cómo escribirla para quienes pueden», dice Kageni.

Kageni explica además que cuanto más sean los niños dispuestos a aprender, mayores serán las posibilidades de recuperar el idioma. Es similar a la experiencia de las hermanas, que se interesaron en aprender yaakunte mientras vivían con su abuelo, Lerima Letiko, tras la muerte de sus padres cuando eran muy niñas.

«Los niños son los pioneros de las futuras generaciones de cualquier comunidad, por eso cuando vemos que vienen muchos niños, confiamos en que nuestras tradiciones y nuestro idioma se recuperarán muy pronto, ya que esto muestra el interés de los jóvenes que luego se trasladará a las próximas generaciones», dice Kageni.

Esto refleja un sentir similar al que comparten con su abuelo Letiko, que tiene aproximadamente 110 años y es el pionero del Mukogodo Location Resource Center, organización comunitaria que defiende la recuperación del yaakunte y la conservación de las tradiciones yaaku.

Desde que abandonaron el bosque hace más de 40 años, el anciano mira hacia con una sensación de satisfacción por el progreso.

«Vivir afuera del bosque realmente afecta nuestras tradiciones y forma de vida», dice Letiko, que permaneció ahí luego de que el pueblo yaaku se marchó en 1977.

Señala que gracias a los esfuerzos de Naibini y Kageni, algunas personas empezaron a entender palabras en yaakunte, y está convencido de que, con el tiempo, más personas podrán tener conversaciones en esa lengua.

«Ninguno de mis hijos puede hablar el idioma, pero celebro que mis nietas lo hayan aprendido y lo enseñen», agrega.

Según el historiador y lingüista local Peter Chamasuet, muchos jóvenes creen que usar inglés y suajili es una forma de modernizarse, pero en realidad, esto impacta significativamente en los idiomas locales.

Este no es el primer idioma que sufre este destino. «Muchos han desaparecido y muchos están por desaparecer por el estilo de vida, en el que la gente adopta idiomas extranjeros», dice Chamasuet, y agrega: «Cuando los yaaku se dieron cuenta de que su número de habitantes estaba disminuyendo, decidieron unirse a la comunidad masái vecina y aceptaron integrarse, pero esto realmente afectó sus tradiciones».

Sin embargo, hoy esta historia está cambiando. Las lecciones y las etiquetas en el bosque están transformando el rumbo. Según Kageni, quienes pastorean ganado o recolectan leña en el bosque también tienen la oportunidad de aprender el idioma sin necesidad de asistir a un aula.

«Decidimos etiquetar los árboles porque no todos podrán ir a las aulas», dice Kageni. «Estoy seguro de que muchos ingresan al bosque mientras pastorean su ganado, recolectan leña o simplemente lo recorren, por lo que podrán aprender el idioma mientras estén allí».

Además de ayudar a revivir el idioma, esta iniciativa también asume el papel de restaurar el bosque que fue originalmente el hogar de la gente yaaku.

En 2010, esta comunidad, bajo la dirección de Letiko y con el apoyo de la organización Yaaku Laikipiak Trust, inició un proyecto para reforestar. Gracias a esta iniciativa ya se plantaron alrededor de 600 árboles en el bosque de Mukogodo y se pusieron etiquetas con diferentes palabras.

Hasta ahora, se etiquetaron más de 300 árboles. El objetivo consiste en plantar, etiquetar y trasladar más de 3000 árboles al bosque indígena cada año.

Según Naibini y Kageni, algunos colaboradores donaron más de 50 000 bombas de semillas de árboles y, en los años siguientes, se asegurarán que todos se planten y etiqueten dentro del bosque.

«Estoy convencida de que algún día, la comunidad yaaku será como otras tribus que disfrutan y se enorgullecen de usar su idioma», dice Kageni.

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