Kim Jong-un, próximo líder de Corea del Norte, hijo menor del debilitado Kim Jong-il, hizo una notoria aparición pública en una gala de celebración de aniversario en Pyongyang el sábado. China, el principal aliado de Corea del Norte, envió una delegación de pesos pesados que se quedaría en Corea del Norte tres días. Según la agencia estatal de noticias, Xinhua, la delegación la encabeza Zhou Yongkang, el noveno líder en jerarquía del Partido Comunista Chino.
La visita vino después de una importante conferencia del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, que se realizó el 28 de setiembre, y que consagró la sucesión de Kim Jong-un. A comienzos de este año, Kim Jong-il realizó dos visitas a China, en las que se piensa que Kim buscó y aseguró el apoyo de China para la sucesión de su hijo.
China ha apoyado tácitamente por mucho tiempo a Pyongyang, y es evidente que juega un papel clave en la transición de Corea del Norte. Para estar seguros, China no admira la dinastía Kim y está molesta por la arriesgada política nuclear de Corea del Norte. Pero para los chinos, la estabilidad es una prioridad principal, pues una súbita caída de Corea del Norte podría resultar en una multitud de refugiados en el noreste de China. Como comenta The Economist (23 de setiembre de 2010):
Si Corea del Norte puede manejar una transición exitosa depende no solamente de acontecimientos dentro del país, sino también en China, sin cuya ayuda el Norte colapsaría rápidamente. En privado, muchos chinos desdeñan a la dinastía Kim. Pero probablemente el gobierno estaría contento con cualquier arreglo que tenga una posibilidad razonable de mantener estable al país y conservar los buenos términos con Pekín.
Pero la dinastía Kim es tanto fuente de estabilidad como de inestabilidad para China. De un lado, China comparte antiguos vínculos históricos e ideológicos con el régimen de Kim, y respaldarlo asegura que China sigue teniendo más influencia sobre Pyongyang que cualquier otro país. De otro lado, con la finalidad de defender la sucesión hereditaria, es probable que la dinastía Kim evite abrir más el país al mundo exterior. Esto en sí mismo significa que Corea del Norte seguirá siendo un régimen frágil y económicamente inestable, como explica el blogger chino Li Kaisheng:
Para defender la sucesión hereditaria, la dinastía Kim tiene que mantener a Corea del Norte como un país cerrado y seguir engañando a su pueblo. Esto llevará a una Corea del Norte económicamente retrasada y frágil, que practicará provocativas politicas exteriores. A largo plazo, un vecino así no es adecuado para estar en la estratégica zona de separación de China; en el peor de los casos, podría incluso convertirse en una desventaja estratégica.
Jiao Zongye, que escribe en el periódico Zao Bao de Singapur, también explica cómo el régimen de Kim podría convertirse en una deventaja estratégica para China en términos de mano blanda:
Las maldades de la dinastía Kim son bastante conocidas. Cuando se habla de Corea del Norte, la comunidad internacional pensará en China. Los inocentes ciudadanos chinos podrían pensar que la poderosa fuerza diplomática china tiene una influencia significativa en Corea del Norte. El hecho es que, sin China, Corea del Norte se derrumbaría. China tiene que cargar la imagen de su tiránico régimen por donde quiera que vaya. Para el mundo, esto no es un reflejo del poder de China, sino de su autoritaria política. La sucesión hereditaria de Corea del Norte representa retroceso y egoismo. Para una China que está luchando para mejorar su imagen internacional, la influencia política y las condiciones sociales internas, su apoyo a Corea del Norte es una desventaja. Si China no corta sus lazos con Corea del Norte, el mundo pensará que China es el portavoz y defensor de la tiranía.
Es improbable que China empuje a Corea del Norte a cambios políticos significativos. Sin embargo, el mismo artículo de The Economist predice que China esperaría ver algunos cambios graduales para reducir lo impredecible de Corea del Norte:
Es improbable que China presione al señor Kim o a su sucesor a reformar el sistema político de Norte, aunque algunos observadores de Corea del Norte piensan que China podría querer que el señor Kim impulse el rol del partido a expensas de que el ejército haga al régimen menos impredecible. Pero China seguirá tratando de hacer que los norcoreanos reformen la economía y abran más el país al mundo exterior. Se espera que una transformación como la que la propia China ha logrado desde la muerte de Mao Zedong pueda evitar un súbito colapso.
¿Cómo se puede conseguir esto exactamente? Li Kaisheng sugiere que la sucesión hereditaria es el mayor obstáculo, pero China podría tener influencia de su apoyo económico a Corea del Norte:
El gobierno chino ya se ha dado cuenta de las desventajas de una Corea del Norte cerrada y atrasada. Está tratando de persuadir a Corea del Norte a implementar reformas económicas. Pero el régimen de Kim es bien consciente de que una vez que el país se abra al mundo exterior, la sucesión hereditaria perderá legitimidad y apoyo masivo. Por consiguiente, mientras la sucesión hereditaria esté ahí, la real reforma económica no es posible.
Pero China tiene todavía todos los elementos para la sobrevivencia de Corea del Norte: alimentos, energía y apoyo internacional. El punto clave es que China debería emplear efectivamente esas influencias de política para que ni colapse ni caiga en manos de Estados Unidos. Esto requiere comprensión estratégica y habilidades de implementación. Solamente podemos admitir que Kim Jong-il es un jugador genial en el equilibrio de poder y de oportunidad estratégica. Porque los líderes chinos son jugadores débiles en esos aspectos, Corea del Norte se está aprovechando repetidamente de China en los años recientes, con pocos beneficios de Corea del Norte a cambio.