El 28 de febrero de 2012, en el distrito de Kohistán de Khyber Pakhtunkhwa, unos hombres armados y disfrazados con uniformes del ejército pakistaní bloquearon un convoy de dos autobuses y una furgoneta que regresaba a Gilgit Baltistán de una peregrinación religiosa a uno de los lugares sagrados de Irán. Supuestamente, los pasajeros fueron obligados a mostrar su identificación a punta de armas.
Después, los hombres y mujeres seleccionados fueron apeados de los vehículos, colocados en fila y fusilados a quemarropa [en]. Dieciocho de esas personas (contando a dos mujeres) murieron inmediatamente, mientras que varias más resultaron heridas. Los que murieron tenían una cosa en común: su fe. Todos pertenecían a la secta chiíta de la religión islámica.
Cronología
Los asesinatos de los chiítas de Pakistán por razón de su fe no son los primeros de su naturaleza. En los años 90, doctores e ingenieros de la mencionada fe fueron atacados sistemáticamente. Hasta ahora se ha informado [en] de ochenta y ocho doctores chiítas que han sido asesinados en estos atentados selectivos.
Con el paso del tiempo, el centro de estos asesinatos motivados por la fe se ha movido desde el sur de Punjab hasta Parachinar (KPK) y Balochistán donde la tribu chiíta Hazara destaca como blanco de los ataques.
Presentamos la horrorosa cronología del último año, la cual describe una imagen muy sangrienta:
6 de abril de 2011 – Asesinan a 5 personas en Hazar Gunji, Balochistán
6 de mayo de 2011 – Asesinan a varias personas en un cementerio de Hazara en un incidente de tiroteo (carretera occidental de circunvalación en Quetta)
18 de mayo de 2011 – Otra vez 6 personas son asesinadas [en] en un ataque a un vehículo en Hazar Gunji
29 de julio de 2011 – Varios peregrinos asesinados por hombres armados que atacaron a un autobús en Sohrab Goth, Quetta
30 de agosto de 2011- 11 asesinados en una poderosa explosión fuera de la mezquita de Quetta después de las plegarias de Eid ul Fitr
20 de septiembre de 2011 – En Mastung, 30 peregrinos fueron asesinados en un ataque, (similar al de Kohistán), a un autobus que iba a Irán
4 de octubre de 2011 – Baluchistán, 13 personas fueron asesinadas en un ataque a un autobús cerca de una carretera de circunvalación occidental
31 de diciembre de 2011 – Karachi [en], el popular activista chiíta Askari Raza fue asesinado junto con su sobrino
17 de enero de 2012- Khanpur [en] en el sur del Punjab, ataque de bomba a una procesión religiosa (Chehlum) mata a 18 asistentes
25 al 30 de enero de 2012 – Karachi [en], ocho incidentes de violencia sectaria y ataques de militantes ocurrieron en el centro económico de Pakistán que cobraron 11 vidas en ataques sistemáticos con objetivos definidos
18 de febrero de 2012 – Parachinar [en], 41 personas muertas en un ataque suicida después de las plegarias del viernes
19 de febrero de 2012 – Muzaffar Garh, el popular intelectual chiíta y director de escuela Hafiz Saqlain Naqvi fue atacado [en] en un tiroteo y murió después debido a sus heridas
El bloguero Suleman Akhtar [en] escribió que estos asesinatos no difieren de la tragedia histórica del Holocausto:
La última vez que esto ocurrió lo llamaron el Holocausto. Los Nazis no aniquilaron a los judíos por lo que habían hecho, ni por lo que no habían hecho, si vamos al caso. Exterminaron a millones de hombres, mujeres y niños por lo que eran: judíos.
Cambiando el rumbo político
Durante los últimos diez años, Pakistán ha sido un centro de militancia y extremismo religioso. Coaliciones sectarias prohibidas como Sipah e Sahaba y Lashkar e Jhangvi a las que se les permitió proliferar se volvieron en contra de sus amos, y esto ha ocasionado la cadena de ataques suicidas por todo Pakistán.
Los partidos religiosos y de derechas dijeron que estos ataques suicidas son una reacción a los ataques con aviones radioguiados. Pero la situación post-Osama Bin Laden ha alterado el curso de esta nueva ola de terrorismo. El ejemplo de dicho cambio puede observarse en la nueva alianza en desarrollo de 41 partidos religiosos bajo la nueva plataforma de Defensores del Concejo de Pakistán (DPC) [en], liderada por el antiguo jefe del ISI y simpatizante del Talibán Hameed Gul [en], el prodigio del General Zia y antiguo ministro Ijaz Ul Haq [en], el político favorito de los medios pakistaníes Sheikh Rasheed [en], y el líder religioso Sami ul Haq [en] conocido por sus estrechos vínculos con el Talibán afgano y coaliciones sectarias prohibidas como Sipah e Sahaba [en], Laskhar e Jhangvi [en] y Jamat u Dawa [en].
Es completamente asombroso como los mencionados partidos y personas del DPC [en] han cambiado su punto de vista sobre el ejercito pakistaní o sobre la soberanía del país de la noche a la mañana. Están haciendo manifestaciones por todo Pakistán, al parecer apoyando al ejército. Han gastado ya millones en su campaña. Da miedo pensar en cualquier gratificación, privilegio y libertad que estén recibiendo a cambio.
El fracaso de las autoridades y el poder judicial
Que sigan ocurriendo asesinatos basados en la fe constantemente dice mucho sobre las autoridades y el gobierno del país. Los pocos terroristas que son capturados resultan fácilmente absueltos gracias a las lagunas del sistema judicial. Murtaza Haider [en] explica este hecho en su post:
Durante 1990 y 2009, los tribunales antiterroristas (ATC) de Punjab únicamente, no condenaron a los acusados en un 74 por ciento de los 311 casos en los que se dio un veredicto final. La mayoría de los acusados fueron absueltos no por haber podido demostrar y/o substanciar su inocencia, sino porque el sistema judicial en Pakistán no es capaz de manejar casos de terrorismo en los que los argumentos de la fiscalía se basan en evidencia circunstancial y pruebas forenses, y no en relatos de testigos presenciales…. En el 36 por ciento de los casos, los tribunales absolvieron al acusado por no haber constado su nombre en el primer informe de denuncia. Esto es un requisito absurdo en casos de terrorismo.
El parlamento no ha tomado ninguna medida constructiva para controlar el creciente terrorismo basado en la fe. Si les asusta la reacción de los partidos religiosos o si están ocupados con otras cosas es algo completamente obvio para quienes votan por ellos.
De manera parecida, el presidente del Tribunal Supremo de Pakistán quien se muestra entusiastamente activo para considerar casos por iniciativa propia, (sobre asuntos intrascendentes como el Slap Gate y el incidente de la actriz a quien le descubrieron en un aeropuerto una botella de licor), ha hecho caso omiso de las matanzas de chiítas y otras minorías. El llamado reverberante poder judicial no ha tomado ninguna medida en absoluto para reformar los procesos en los tribunales terroristas. Una de las razones podría ser que los asesinatos de minorías en los medios de comunicación no son tan populares como el escándalo de Memo gate.
El sofocante silencio de los principales medios de comunicación y la sociedad civil
El Dr. Muhammad Taqi escribe [en] acerca de la actitud de los medios hacia los asesinatos de chiítas y otras minorías:
Minutos después de muchos sucesos confusos los medios tradicionales y contemporáneos brillan con detalles de dichos eventos — algunos más triviales que un pinchazo de alfiler en la piel de la historia. Pero cuando se trata de la matanza de las minorías de Pakistán existe un cierto lapso de tiempo para publicar incluso detalles esbozados… Casi ningún programa de análisis o de entrevistas se centra en dichas atrocidades masivas. No está claro por qué cada masacre de ese tipo se convierte en un momento Leontius para los medios. ¿Les parecerá desagradable ver los cadáveres recién ejecutados o será otra cosa?
En los últimos años, los medios sociales pakistaníes han surgido como medio alternativo para cambiar la opinión pública y aplicar presión a las corporaciones para que tomen medidas por el interés público. El último ejemplo es la campaña Maya Khan [en]. ¿Pero cuántas campañas se hicieron para destacar un problema tan serio como éste? Ni una.
Suleman Akhtar [en] explica:
Ya que el estado no ha hecho absolutamente nada para proteger a sus ciudadanos, los intelectuales y los periodistas (con pocas excepciones), tienen la misma culpa por falsear el torrente de violencia contra los chiítas que ha llegado a ser un fenómeno sistemático. Un silencio ensordecedor y la falsificación de estas matanzas inhumanas se han añadido a las miserias de la comunidad chiíta. …Normalmente se evita a propósito proporcionar la identidad de las víctimas, lo que hace que resulte más difícil para el televidente o lector ordinario comprender una situación que se está volviendo cada día más miserable.
La semilla del resentimiento
Un rencor parecido sobre las desapariciones misteriosas y los asesinatos ha sido expresado en varios foros por el pueblo de Baluchistán. Falta de empatía y medidas constructivas han convertido esa herida en un cáncer. ¿Estamos propiciando estos tumores felizmente e ignorando las inevitables repercusiones? El tiempo lo dirá. Hasta entonces les dejo con estas conclusivas palabras:
Depende de las minorías pakistaníes (los chiítas, los ahmadías, los cristianos, los hindúes, los sij), si quieren continuar a los posibilitadores del genocidio que intercedan por ellos o sacar el tema en todos los foros internacionales posibles. Los Baloch han tomado la delantera porque saben que quienes cometen genocidio y sus manipuladores son delincuentes reincidentes que no van a parar por sí mismos. (Dr Muhammad Taqi [en])
Y:
El problema que tenemos no es quienes son los asesinos que están creando el caos por todo el país, sino que la primera pregunta que nuestra consciencia colectiva como nación debería hacerse y considerar es quienes son las personas que están siendo asesinadas. Una vez que esta pregunta, la cual ha sido enterrada bajo escombros de mentiras y falsedades, sea considerada y bien concebida, la verdad comenzará a salir de la niebla. Una vez que comprendamos por qué a una comunidad acosada y masacrada durante la segunda guerra mundial se la recuerda como judíos y no alemanes, polacos u holandeses, a pesar de haber sido residentes de todos esos países, comenzaremos a conceptualizar la realidad. (Suleman Akhtar [en])