Se atrevió a decir que el político más popular de Pakistán la acosó, luego vino el maltrato

Captura de pantalla de Ayesha Gulalai en conocido programa político de televisión Charla Capital.

Cuando Ayesha Gulalai, de 26 años, fue elegida a la Asamblea Nacional de Pakistán en 2013, se convirtió en la primera mujer tribal del país en ser elegida al Parlamento y una de las parlamentarias más jóvenes del país.

A comienzos de agosto de 2017, Gulalai renunció al partido político que representaba, Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI), y explicó sus razones en una conferencia de prensa. Dijo que renunció por la corrupción, misoginia y la más condenatoria de todas —presuntos mensajes de texto inapropiados que le envió en octubre de 2013 el presidente del partido, Imran Khan, jugador de críquet que se convirtió en político.

Khan es extremadamente popular, sobre todos entre los electores más jóvenes, y las muy públicas acusaciones de Gulalai desencadenaron una marea de amenazas y violento troleo de sus partidarios en medios sociales. Por ejemplo, este audio de amenaza, ampliamente difundido por Twitter, donde se oye a una partidaria del PTI, que empieza una serie de groserías en urdu:

En respuesta a Ayesha Gulalai por sus mentiras y estupideces.

La campaña de difamación contra Gulalai ha sido especialmente dura en Twitter. A comienzos de agosto, hasta su familia ha sido atacada, incluida su hermana, que es campeona internacional de squash. El tono de los comentarios señalan el desagradable y traicionero problema de misoginia en Pakistán.

Me gustaría que alguien arrojara ácido a la cara de Gulalai… es lo menos que se le puede hacer a esta perra miserable.
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Y esa es la mentalidad de los defensores de Imran Khan. Piden a sus seguidores que me arrojen ácido a la cara. ¡Pero no tengo miedo!

Y un completo escepticismo hacia las acusaciones ha sido un tema constante, como se ve en este tuit de una conocida presentadora de televisión:

Cuando un hombre te acosa con mensajes de texto en 2013 no denuncias el delito en 2017 mientras TODO EL TIEMPO lo apoyas y trabajas para él. Es vergonzoso.

Gulalai si quieres irte, vete del PTI, no es una forma honorable para una pastún hablar mal de una persona que te llevó a ser parlamentaria.

Me alegra que a Gulalai la hayan desenmascarado y que la insulten en todos los programas de televisión.
Ya basta de blandir la carta de la mujer.
Si estás equivocada, ¡no debería haber discriminación de género!

El caso de Gulalai no es el único, pero fijó un precendente cuando habló en contra de uno de los hombres más poderosos de Pakistán.

Luego de renunciar al partido, Gulalai dio un discurso valiente y elocuente discurso en la Asamblea Nacional, mientras parlamentarias de PTI coreaban en su contra.

En el discurso dice: Si estás en el PTI, entonces eres buena persona. Pero en cuanto dejas el partido, empiezas a recibir amenazas de ataques con ácido y asesinato». Luego explicó que con su defensa había hecho lo que organizaciones de derechos de la mujer no habían logrado, había dado voz a las mujeres que enfrentan explotación. Agregó que «Imran Khan no es un dios”.

A comienzos de 2017, la periodista Zubaira escribió en su blog que su jefe, Saroor Ijaz, la estaba acosando, había tenido avances inapropiados con ella en múltiples ocasiones. En su blog, ella publicó capturas de pantalla conversaciones entre ellos.

Aunque muchos elogiaron las acciones de Zubaria, más personas parecían interesadas en regulaciones morales, y le preguntaban en medios sociales por qué siguió trabajando y entablando conversaciones con un hombre cuyas intenciones eran claramente incorrectas.

Aunque la conducta de Saroor Ijaz, conocido como Salman Masood, parece todo menos profesional, hay que mencionar que Zubaira es también culpable de seguirle el juego.

Niego todas las acusaciones por ser falsas, maliciosas y frívolas. Mi abogado se está encargando de las acciones legales.

“La gente no se da cuenta de que desafiar a tu jefe no es tan simple. En el caso de Gulalai, él es presidente del partido para el que ella trabajo, no podía simplemente darle un estate quieto”, dijo Umer Ali, periodista cuyo trabajo incluye análisis de medios sociales. “Como hombre, lo pensaría dos veces antes de formular quejas sobre mi jefe”.

Umer explica que atacar y poner en vergüenza a mujeres independientes y decididas que son figuras públicas como modelos, actores y políticis es una tendencia cada vez más común.

Gulalai es pastún de Waziristán del Sur, parte de las Áreas Tribales de Pakistán. Aunque su familia es progresista, la comunidad pastún de Waziristán es conservadora y hay muchos estigmas vinculados a acciones como la que tomó contra Imran Khan.

En un país donde los procesos judiciales pueden durar décadas aun cuando haya suficiente evidencia para una condena, los casos de acoso con aun más imposibles. Que Gulalai denunciara lo que denunció requirió mucho coraje de su parte.

“Constantemente vemos que evaluaciones raciales a los pastunes”, dice Gulalai Ismail, fundadora de Aware Girls, ONG de derechos de la mujer en la provincia Khyber Pakhtunkhwa. “Creo que las personas se sorprenden cuando ven hablando a una pastún e inmediatamente lo relacionan con teorías de la conspiración, como si le mujer no tuviera voluntad propia. La moralidad se ha convertido en la vara que mide, que se usa para rechazar a las mujeres que salen a defenderse. Moralidad, cultura y religión se usan contra las mujeres que se atreven”.

Lo ocurrido con Ayehsa Gulalai ofreció un momento de aprendizaje para los pakistaníes, que destacararon que la moralidad de una mujer siempre esté abierta al cuestionamiento y debate público, que es justamente la razón por la que muchas mujeres eligen callar el acoso. Pero en el Pakistán patriarcal, donde no solamente los hombres están contra Gulalai sino también las mujeres, la lección puede quedar perdida en medio del caos.

Algunas colegas mujeres del PTI han descartado las acusaciones de Gulalai sobre la base de que ellas mismas no han pasado nunca por una experiencia similar en manos de sus compañeros de trabajo, y porque el partido defiende los derechos de la mujer. En este caso, el acoso se trata como un asunto organizacional más que una crisis individual, y socava la poca protección que las mujeres tienen contra la misoginia y el machismo. Hay pakistaníes que defienden el derecho de Gulalai a un espacio seguro para hablar contra el acoso:

Otra mujer con educación sale del PTI. El reproche de la parlamentaria Ayesha Gulalai agrega al desasosiego sobre el lugar de una mujer en el partido. No es bueno.

Dada la historia de violencia contra la mujer en nombre del honor, sería prudente que todos, incluido PTI, soliciten seguridad para Aaisha Gulalai.

El asunto de Ayesha Gulalai saca a la luz el muy real problema del acoso de género y vergüenza a la mujer que se defiende. Se debe enfrentrar estos problemas.

Y las plataformas de redes sociales lo hacen más difícil. “Internet nos da una voz, nos fortalece y a nuestras opiniones”, dice Nighat Dad, fundadora de Digital Rights Foundation. “Pero al mismo tiempo, da poder al discurso de odio, ciberintimidación y acoso. Esto crecerá hasta que el Estado se haga cargo”.

La cantidad de fuerte odio que Ayesha Gulalai ha recibido de la sociedad muestra lo intolerante que es la sociedad de Pakistán contra las mujeresn.

En Twitter, este usuario se enfrentó al conocido presentador de televisión que acusó a fabricar las acusaciones.

Kamran Shahid, las mujeres no inventan acusaciones de acoso sexual. ¡Eres misógino si crees que las acusaciones de Gulalai son falsas!

Hay disposiciones en la ley de ciberdelito y la sección 509 de la corte penal de Pakistán, que establece que quien hable contra el recato de una mujer es sancionable por ley. “No veo que la inhumana tendencia de difamar a mujeres que han sido acosadas y están revelando acoso sexual de hombres poderosos vaya a cambiar pronto”, dijo Nighat Dad.

Pero culpar a la víctima es consecuencia de discriminación y machismo, y atacar a Ayesha Gulalai y reducir la situación a la discusión de moral y no a su voluntad en el asunto, muestra el largo camino que Pakistán tiene aún por recorrer hacia un trato igualitario para todos los ciudadanos.

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