El interminable conflicto que afecta a República Centroafricana

Militares burundeses en la República Centroafricana, vía Idriss Fall. Dominio público.

El 9 de agosto de 2017, Juan José Aguirre, jefe de la diócesis de Bangassou en la República Centroafricana (RCA), informó sobre la matanza de más de 50 personas a manos de las milicias musulmanas en una aldea situada a unos 70 km de Bangassou. Este anuncio es el último de una cadena de actos violentos que han supuesto un aumento de las tensiones entre las milicias cristianas y musulmanas, que puede derivar según algunos en un genocidio.

Una historia de tensiones recientes

República Centroafricana se sumergió en la inestabilidad en 2013 después de que la coalición musulmana insurgente, denominada Seleka, derrocara al entonces presidente, François Bozizé, que es cristiano. El primer objetivo de la coalición era establecer un gobierno musulmán, en un país en el que el 80 % de la población es cristiana. Tras el golpe, algunas milicias cristianas (conocidas como Anti-Balaka o «antimachete») se unieron para luchar contra los seleka. En aquel momento, el riesgo de genocidio provocó la rápida acción de Naciones Unidas. El 5 de diciembre de 2013, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorizó la operación Minusca, respaldada por la operación francesa Sangaris. En poco tiempo, el poder militar y la buena estrategia de las fuerzas occidentales en el terreno derivaron en un acuerdo pacífico firmado finalmente en julio de 2014. Desde entonces, no obstante, la situación allí ha empeorado. El año 2017 supone un nuevo inicio en este conflicto. Con la retirada de tropas francesas el pasado año, tal vez República Centroafricana experimente la misma situación que Ruanda en 1994, con avisos preocupantes de inseguridad en los últimos meses. Mientras aumenta la violencia, se cuestiona cada vez más la eficiencia de la operación Minusca. Pese a la disolución de los seleka en 2014, algunas facciones conocidas como exseleka siguen siendo muy importantes en el país, sobre todo en zonas que el Gobierno no controla.

La República Centroafricana es bastante peculiar en el panorama africano debido a la naturaleza de sus conflictos internos. Si bien muchas guerras civiles, sobre todo en África, derivan de divisiones étnicas, la República Centroafricana se ve condicionada por diferencias religiosas. Tanto las milicias cristianas anti-Balaka como las musulmanas seleka llevan a cabo regularmente «asesinatos selectivos» de civiles, según sus creencias religiosas. Desde este punto de vista difiere bastante de Ruanda o el Congo, donde los asuntos étnicos siempre han superado las diferencias religiosas.

Pese a este aspecto del enfrentamiento, no parece que la República Centroafricana vaya a caer en viejos conflictos religiosos. Pese a que muchos, cristianos y musulmanes, deben vivir juntos, la relación entre ambas comunidades fue relativamente pacífica hasta 2013. Este punto puede explicar el hecho de que parece que los acontecimientos actuales superan al país.

La República Centroafricana nunca se ha enfrentado antes a un conflicto así, a diferencia de otros países vecinos. El país logró evitar una inmensa guerra civil y muchos concuerdan en que el conflicto actual es el peor desde la independencia.

Violencia en aumento

Tras unos meses pacíficos que siguieron a la elección del actual presidente, Faustin-Archange Touadéra, en marzo de 2016, la violencia ha vuelto a aumentar. Muchos criticaron la retirada de tropas francesas el pasado año, en referencia a la situación de la seguridad en el país. La situación ha empeorado aun más desde principios de 2017, con nuevos enfrentamientos entre los anti-Bakala y los exseleka. Según Naciones Unidas, hubo 34 muertos a finales de julio en otras partes del país. Seis voluntarios de Cruz Roja murieron el 3 de agosto en Gambo a manos de milicias exseleka, como represalia por un ataque de los anti-Bakala unos días antes. El proceso de paz iniciado en 2013 tras la intervención francesa es un recuerdo lejano y resulta difícil imaginar algo que no sea un aumento del conflicto.

Durante las últimas semanas, Alindao, como muchas otras ciudades, ha sido testigo de una repetición del conflicto que asoló el país a principios de 2013. La reciente matanza de 133 civiles tuvo lugar en junio de 2017 en un pueblo que acabó con barrios incendiados por completo.

En un tuit de Médicos sin Frontera Internacional, citan a una civil que sobrevivió al ataque:

República Centroafricana: Muchos muertos y miles de desplazados mientras el conflictoe estalla en Alindao.
El conflicto ha estallado en semanas recientes en varias ciudades en la República Centroafricana
.
—————
Me dispararon en el hombro y caí. Me hice la muerta; así es como sobreviví. Elisée R., 27 años.

Esta matanza sucedió en lugares donde se desarrolla la operación Minusca. Los campamentos de Naciones Unidas no son adecuados para desplazados, carecen de organización y medios sobre el terreno. La gente de ciudades atacadas intentar llegar a países vecinos, como la República Democrática del Congo. En En Banguassou, durante las últimas semanas, ha huido la mitad de la población. El arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, dijo:

It is only in Bangui that we have the semblance of a state. Out of Bangui, there is no state. Rebels are in control.

Solo en Bangui tenemos la sensación de tener un estado. Fuera de Bangui, no hay estado. Los rebeldes tienen el control.

Aunque la misión de la ONU no es lo suficientemente eficiente, también hay que tener en cuenta la dura situación en el país para la ayuda humanitaria. La República Centroafricana es un país muy desfavorecido, con una extensión de 622,000 km2 pero apenas 1300 km de carreteras asfaltadas. A las tropas de Naciones Unidas les es muy complicado circular y llegar a algunas zonas.

Asimismo, la República Centroafricana no cuenta con un ejército adecuado y el Gobierno aparenta gobernar en la sombra, sin poder efectivo en el país. Un año después de la elección del presidente Faustin-Archange, grandes franjas de territorio están fuera del control del Gobierno.

La ONU advierte de posible genocidio

Actualmente, la situación ha empeorado de tal manera que Stephen O'Brien, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, relacionó la violencia con «signos tempranos de genocidio». Durante una visita al país, O'Brien contó a la prensa que vio a 2000 musulmanes encerrados en una iglesia católica de Bangassou. El suceso tuvo lugar después de que los cristianos anti-Bakala quemaran una aldea entera y reunieran a los civiles, quienes según O'Brien:

were just lying in wait to kill them if they tried to move. There’s a very deep ethnic cleansing approach.

esperaban que les matasen si intentaban moverse. Hay una perspectiva de limpieza étnica muy profunda.

En referencia a «la profunda perspectiva de limpieza étnica», O'Brien pidió al Consejo de Seguridad un aumento considerable de fondos y de «casos azules» (las fuerzas de paz de la ONU, con poco más de 12.700 miembros) sobre el terreno como parte de la operación Minusca. También destacó que el número de desplazados ha aumentado un 40 % desde el año pasado, hasta 600.000 personas en un país de 4'50 millones de habitantes.

Se dan signos de un posible genocidio en un momento en que existe poco apoyo de la comunidad internacional. En mayo, Cruz Roja dijo que se habían hallado 155 cuerpos tras una serie de ataques de milicias. Según Crisis Group, la violencia se ha recrudecido en el norte y en el este, con más de cien muertos. La situación económica ha empeorado, la deuda pública aumentó un 20 % y ahora se acerca al 50 % del PIB.

El destino del país puede no estar a su alcance

Se deben tomar medidas urgentes. Las operaciones militares francesas sobre el terreno lograron resultados alentadores, si bien son demasiado frágiles para perdurar, dada la inseguridad y la falta de instalaciones en el país. La República Centroafricana es un estado fallido, al borde del colapso, que se enfrenta ya al principio de un genocidio. La situación actual allí se asemeja a la de 1994 en Ruanda, cuyo rescate final fue posible solo gracias a la intervención de otros países africanos, como Uganda, y de la comunidad internacional.

El futuro se presenta verdaderamente incierto, y la intervención de la Unión Africana no está en la agenda. Países como Liberia y Sierra Leona (en el oeste de África y miembros de la Comunidad Económica de Países de África Occidental, ECOWAS) recibieron ayuda militar del Grupo de Verificación de la Comunidad Económica de Países de África Occidental (ECOMOG). A diferencia de esos países, la República Centroafricana no forma parte del ECOMOG y no puede aspirar a esta ayuda. Más probablemente, la mejor esperanza reside en la preocupación de la comunidad internacional, tal y como sucedió en el genocidio de Ruanda en 1994. No obstante, la situación parece ser grave incluso para los casos azules. El 9 de mayo de 2017, cuatro murieron en un ataque a su convoy, lo que obliga a los financistas de los cascos azules a ser cautelosos.

Vale la pena añadir que el país no representa una amenaza para la seguridad en Occidente. La proliferación de amenazas terroristas en puntos calientes de Yemen, Afganistán, Somalia y Mali, sobre todo para el Gobierno francés, significa que, con toda probabilidad, la República Centroafricana ya no es un prioridad para la comunidad internacional.

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