La traducción literaria es trabajo artesanal, dice traductor de chino y portugués

Amilton Reis, traductor brasileño que trabaja con textos del chino al portugués | Foto: Acervo pessoal/Usada con autorización.

La curiosidad por un idioma con una estructura diferente del portugués fue lo que llevó al traductor Amilton Reis, e 51 años, a descubrir el chino, cuando aún estudiaba traducción en la Universidad de São Paulo, en la década de 1990. En 1996, partió a un año de estudios en China.

“El chino es un idioma que empiezas a estudiar y no paras nunca. Si dejas de estudiarlo, te olvidas. Y cuando estudias estás siempre descubriendo cosas novas”, dice.

Al contrario del portugués, el chino no tiene desinencias, tiempo verbal, plural ni género. Todo eso se entiende por el contexto. A pesar de las diferencias entre los dos idiomas, en algunos puntos acaban aproximándose en algunas expresiones, formas de hablar, especialmente en lenguaje coloquial.

Reis cuenta que, en sus primeras traducciones, acostumbraba a recrear algunas expresiones chinas en portugués, traducía casi literalmente, y funcionaba la mayoría de veces.

“La creencia general para quien no trabaja con traducción es que la traducción es algo fácil. Podías escribir en tu computador, podrías descubrir el equivalente de esa palabra em portugués, tener una traducción literaria perfecta. Quiero decir que el personal no tiene la noción de lo difícil que es reproducir un texto literario, que sea un producto literario también. Es un trabajo artesanal, hay que ir puliendo y son varios intentos para lograr algo satisfactorio”, dice.

“A pesar de todo ese trabajo, no se valoriza al mismo nivel. Prácticamente reescribes una novela y no tienes derechos de autor ni una remuneración que te permita vivir de la traducción literaria”, sosiene sobre las condiciones de trabaja como traductor en Brasil.

En 2012, cuando Mo Yan fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, lo invitó una editora brasileña para traducir una novela breve del  escritor chino, aún no conocido en Brasil — «Cambio». Reis cuenta que era principiante en las traducciones literarias. Después de traducir “Las ranas”, una novela mayor, sobre la época de las políticas de planificación familiar.

Ahora trabaja en un doctorado con un autor que fue precursor de la llamada literatura da tierra nativa, de la que Mo Yan es uno de sus exponentes. Shen Congwen, que tuvo un trabajo intenso especialmente en la década de 1930, fue nominado el Premio Nobel pero murió poco tiempo antes del anuncio. Reis cuenta que su obra estuvo cerca de decenios en el ostracismo, en que no se publicó en China continental ni en Taiwán, hasta que apareció en un compendio de literatura china en la década de 1960 en Estaos Unidos.

Rois explica que el motivo que llevó al autor al olvido tanto año es que no alineó con ningún espectro político. “Pero no era un excepción, por el contrario. Criticaba todo. Tenía otro concepto de lo que era literatura, no la concebía como propaganda de ninguna manera”, dice.

Em una de sus estadías en China, Reis trabajó en la traducción de un }servicio de noticias chino-portuguesa, en una radio estatal, poco antes de las Olimpíadas de Pekín en 2008, cuando eran unos seis brasileños quienes hacían lo mismo que él.

Hoy, a diferencia del discurso político contra China en Brasil, dice que percibe mucha curiosidad y un aumento de interés por el país asiático, que hay más podcasts, grupos de estudio dentro y fuera de las universidades, interesados en la propia cultura china, que van más allá solamente de aprender el idioma.

En cuanto a China hay cerca de 50 universidades con cursos de portugués. En Brasil solamente está la Universidad de São Paulo, donde Reis se formó, apunta el traductor.

Con la mayoría de traductores aún en formación, la falta de traductores también es un obstáculo para un proyecto grande de literatura china en Brasil, como el que hace Editora 34 con las traducciones directas do ruso desde o inicio de los años 2000.

El proyecto de la editora llevó muchas traducciones directas por primera vez al portugués, como toda la obra de Fiodor Dostoiévski (1821-1881), y hubo un auge de autores rusos entre lectores brasileños. Antes, los títulos publicados en Brasil eran versiones basadas en ediciones francesas.

En agosto de 2021, la editora de la Universidad de Campinas (Unicamp), otra institución brasileña, también en São Paulo, anuncio el lanzamiento de una serie de clásicos de literatura china, en asociación con Instituto Confucio, y empezó con «Flores matutinas recogidas al atardecer», colección de de memorias de Lu Xun, en edición bilingüe.

El objetivo, según el representante del instituto, Bruno Conti, en entrevista en el sitio de la universidad, «es contribuir a reducir un vacío en la formación de la mayor parte de la población brasileña, que se relaciona con un profundo desconocimiento sobre la cultura china».

Lu Xun es conocido como «ícono do modernismo chino y pionero e el uso de chino vernacular, una forma de chino escrito que incorpora las variedades lingüísticas de todo el país». El texto divulgado explica que «se trata de una contraposición al chino clásico, cuya escritura se estandariza y adopta en la China imperial hasta principios del siglo XX».

La editorial Unesp también ha colaborado con el instituto en publicaciones como «Las Analectas» de Confucio, el Dao De Jing y una colección de poemas de la dinastía Tang, recuerda Reis.

«Ellos [los chinos] tienen esta conciencia de que es importante conocer al otro, no es solo así con los portugueses, sino como todo el mundo», dice Reis.

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