«Defender la vida»: Estilo de vida indígena, imprescindible para resolver crisis climática

«El futuro es un territorio a defender». Ilustración de Futuros Indígenas, usada con autorización.

El Día de la Tierra, celebrado el 22 de abril, suscitó debates sobre cómo afrontar la crisis ecológica mundial. Global Voices habló con Miryam Vargas, periodista náhuatl de Choluteca (México), para que nos ayude a descubrir qué podemos aprender de las comunidades indígenas.

Vargas informa sobre cuestiones ambientales y lleva más de diez años trabajando junto a su comunidad nativa. Cree que la clave de la emergencia climática y ambiental está en las comunidades indígenas y rurales, no en las soluciones occidentales, urbanas ni «capitalistas verdes». Vargas también quiere acabar con las narrativas de fatalismo, según las cuales «todos estamos condenados».

Vargas forma parte de Futuros Indígenas, red de periodistas indígenas de México que trabajan para replantear la emergencia climática en sus términos. Abordan las narrativas obsoletas sobre los pueblos indígenas, el desarrollo y la miseria.

En futuros indígenas, hemos reflexionado que [el fatalismo] no representa lo que estamos haciendo en las comunidades, lo que estamos viviendo, porque además no nos representa como comunidades, no estamos siendo responsables de esta crisis en realidad. En realidad, hay quienes están siendo responsables y a eso apelamos a la conciencia climática porque están siendo corporaciones muy específicas en esta crisis  que se están apoderando de los recursos naturales del planeta entero.

Por ejemplo, solo cien empresas son  responsables de más del 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1988, y más de la mitad de todas las emisiones mundiales pueden atribuirse a solo 25 empresas privadas y públicas. Los efectos de la inacción frente al cambio climático son nefastos para la humanidad y el resto de las especies. El cambio climático no se reduce solo a los combustibles fósiles, también incluye el daño a los ecosistemas biodiversos, la deforestación, el consumo excesivo de recursos naturales (incluso en las industrias tecnológicas y de la moda), la agricultura industrial, etc.

En cambio, los pueblos indígenas protegen el 80 % de la biodiversidad mundial y, por tanto, son cruciales para mitigar los efectos del cambio climático. Por ejemplo, la selva amazónica produce más del 20 % del oxígeno del mundo. Vargas dice:

En estas nuevas narrativas, en este cambio de discurso, vamos a hablar sobre todo de las comunidades, ponerlas en el centro, y poner en el centro como estamos construyendo la vida, como hacemos para curar el territorio y espacios, incluso donde ha habido proyectos extractivos.

Vargas quiere que la gente se dé cuenta de que el estilo de vida indígena es un ejemplo a seguir si queremos resolver la crisis climática y vivir en armonía con el ambiente.

Estas narrativas también retomamos muchas palabras que son esperanzadoras, que van devuelven el aliento que a veces se va con todo lo que ha venido ocurriendo, que tenemos un futuro esperanzador, que en las comunidades estamos logrando cada vez que seguimos sembrando, cada vez que seguimos protegiendo la vida, cada vez que seguimos organizándonos como pueblos, y también cada vez que siguiendo existiendo, que estamos aquí.

Lo que la anima es la alegría a través de las tradiciones, el arte y la lengua. En concreto, la lengua es fundamental para la identidad de su comunidad y constituye una parte integral de su lucha para proteger los ecosistemas de la Tierra.

En varias comunidades estamos haciendo esta intervención de las narrativas con lenguas originarias, y también las estamos trayendo como parte de este cambio de discurso. Desde allí, nos estamos sembrando todavía mas fuerte porque hablamos profundamente de nuestra cosmovisión como pueblos originarios y hablamos profundamente de lo que nos duele, de lo que nos hace sentir mas cerca de la tierra.

Defender la vida

En su línea de pensamiento es primordial la defensa de la vida, especialmente contra lo que Vargas llama «prácticas de muerte del territorio». Para ella, centrar la conversación en la vida significa pensar en términos de coexistencia con todo tipo de biodiversidad en un espacio determinado.

Cuando decimos defender la vida es para defender esas condiciones de vida, en todos esos lugares, para seguir existiendo, para seguir teniendo forma de existir.

Sin embargo, afirma que algunos proyectos de desarrollo pasan por alto las cuestiones relacionadas con la diversidad. «Ya no hay agua, ya no hay tierra, el aire esta contaminado, además, lo poco que hay de agua o de tierra enferma a esas comunidades,» asegura.

Las minas, usadas para extraer y vender metales para dispositivos tecnológicos e infraestructuras en todo el mundo, contaminan los cursos de agua, deforestan y, en definitiva, dañan la salud de las poblaciones locales, las desplazan y contribuyen a los conflictos sociales. Las comunidades indígenas y rurales de América Latina protestan con frecuencia contra la instalación de minas, presas y otros grandes proyectos de infraestructura, a menudo, que pone sus vidas en peligro. Tras denunciar los efectos adversos de un gasoductos, una central termoeléctrica y un acueducto en su comunidad, unos desconocidos asaltaron la casa de Vargas dos veces en abril de 2022.

“Es impresionante ver como esos territorios tan ricos, esa otra riqueza, esa otra forma de vida que existe, se ven como si fueran hoja en blanco y entonces donde se tiene que ir a construir esos desarrollos”, señala Vargas.

La mayor parte de los productos industriales y agrícolas de las zonas rurales van a parar a los centros urbanos. Por eso, para reducir el impacto negativo del desarrollo, Vargas aboga por que los habitantes de las ciudades reduzcan su consumo. Dice:

Como comunidades ya no podemos vivir, literalmente, ya no podemos beber agua, ya no podemos respirar, nos están extrayendo todo lo que está generando nuestras condiciones de vida para llevárselo a estos lugares donde se están generando estilos de vida que absorben todo lo que podría servir para millones de personas.

No se necesitan soluciones de los países occidentales

La mayoría de los países occidentales y del Golfo consumen muchos más recursos de los que el planeta puede reponer. «Estos estilos de vida no son funcionales», afirma Vargas. «En nuestras comunidades, en nuestro estilo de vida, hemos podido lograr un equilibrio hasta ahora y debemos recuperarlo».

Por este motivo, no cree que las soluciones a la emergencia climática se encuentren en Occidente y en las ciudades, sino en las comunidades rurales e indígenas.

Las soluciones a la crisis, no están allá, no están en el hemisferio norte, no están en las corporaciones, sino en quienes vivimos aquí más cerca de la tierra, de quienes estamos cultivando el maíz, el frijol, y que con estas prácticas estamos curando la tierra de la industria, de las practicas que han venido a deteriorar todo nuestro territorio.

Esto no quiere decir que las comunidades indígenas de México no se relacionen con otros pueblos del mundo, ni mucho menos.

En 2021, en la Cumbre Climática de Glasgow, la COP-26, Vargas y sus colegas se vieron reforzados por una comunidad internacional de personas con las que pudieron imaginar otros futuros posibles para la Tierra.

Ese discurso del nacionalismo no lograra separarnos, somos pueblos que hemos estado tejidos y unidos, en todos los aspectos. Cuando nos encontramos, tenemos muchos rituales que coinciden muchos sentidos y además, pues, cuidamos a la tierra.

Concluye:

Cuando todo el mundo pregunta cómo vamos a salir de esta crisis, decimos “aquí esta la solución!”. No tenemos que ir muy lejos a buscarla, estamos aquí como alternativas vivas, somos esas alternativas, las estamos construyendo, estamos transformando.

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