La historia siguiente forma parte de una serie sobre el proyecto turco del embalse de Ilisu y la inundación de Hasankeyf.
El embalse de Ilisu Dam, construido en 2019 dentro del Proyecto de Desarrollo del Sureste de Anatolia (Güneydoğu Anadolu Projesi) o GAP por su nombre en turco, ha recibido fuertes críticas de observadores locales e internacionales y de los países de la cuenca del Tigris. Con sus 135 metros de altura, que embalsan un total de 10,6 millones de m³, la presa de Ilisu es la segunda más grande de Turquía tras el embalse de Atatürk, y la mayor del mundo en volumen entre las presas de escollera con pantalla de hormigón.
El embalse se concibió hace más de 70 años, pero la dificultad de su financiación y las presiones internacionales retrasaron su construcción. En una entrevista con Global Voices, el periodista Mehmet Kizmaz explicó que cuando se decidió la construcción del embalse de Ilisu en 2006, muchos de quienes habían respaldado el proyecto retiraron sus avales tras conocer el daño ambiental, cultural e histórico que la construcción causaría a los lugareños.
En 2008, las empresas europeas que formaban parte del consorcio de financiación transfirieron sus participaciones a la compañía austriaca Andritz, que se mantuvo en el proyecto durante las fases de planificación y construcción. En 2010, con préstamos sobre todo de bancos turcos avalados por el Gobierno turco, comenzó por fin la construcción. Korkmaz añade que al principio de la planificación, el costo estimado de la presa era de al menos 2500 millones de euros, de los cuales, 800 millones se emplearon en expropiaciones y reubicación de los damnificados. Según Kizmaz:
The actual costs are thought to be higher. Spending such a large amount of money on a devastating project that has brought nothing but poverty left the region that was already lagging economically, even poorer.
Se cree que el costo real será mayor. Gastar semejante cantidad de dinero en un proyecto devastador que solo ha traído pobreza ha hecho que la región, ya antes económicamente deprimida, sea aún más pobre.
El embalse entró en servicio en 2019. No obstante, para crear la reserva de agua hubo que inundar Hansakeyf, ciudad de 12 000 años de antigüedad. En ese momento, el Gobierno turco insistió en que los 1200 megawatios de potencia que genera el embalse se traducirían en 4100 millones de kW al año, que producirían 3000 millones de liras turcas (300 millones de dólares) anuales. Los ingresos provenientes de energía, riego y turismo se utilizaron para justificar la inundación de la antigua ciudad y la reubicación de sus habitantes.
Ubicación de los dos mayores embalses de Turquía
La construcción del embalse de Ilisu no solo ha tenido impacto en ciudadanos turcos. Se inundó la ciudad de Hasankeyf, desaparecieron granjas en Irak y en Irán aumentaron las tormentas de arena.
Aún resulta difícil estimar el impacto económico de la presa en la región. En 2014, el parlamentario de Hakkâi señaló un impacto distorsionado en el desarrollo, y explicó que "el precio del suelo en algunas ciudades se elevó intencionadamente gracias a la planificación y la recalificación. Es ingeniería social y política desarrollista sesgada para intentar crear una nueva identidad". En conjunto, el embalse de Ilisu no ha reducido la desigualdad, "el proyecto asigna solo el 10,5 % de la tierra a un 61,4 % de pequeñas empresas agrícolas, mientras que casi la mitad del terreno está en manos de grandes empresas agrícolas que representan solo el 6,2 %".
Aunque los beneficios económicos del embalse siguen sin estar claros, el daño ecológico y social es enorme para los habitantes de la zona. Ridvan Ayhan, activista de Hasankeyf que habló con Global Voices, dijo que la gente ha perdido viñas, huertos, tierras y casas conforme se iban inundando. "Han tenido que emigrar entre 80 000 y 100 000 personas —explicó Ayhan, y añadió—, no hay futuro sin pasado, y han destruido nuestra historia, nuestra cultura, esta historia que no es solo nuestra, que es la historia de la humanidad, esto es una masacre histórica".
La inundación de la ciudad histórica de Hansankeyf ha sido el caballo de batalla de la oposición organizada al embalse. Entre los oponentes más abiertos se encuentra Ismail Can, jefe de las excavaciones de Karahan Tepe, uno de los emplazamientos arqueológicos más antiguos de Turquía, que habló con Global Voices sobre el alcance de la destrucción:
Since the world has existed, mankind has constantly worked to leave a mark on this world wherever it has lived. They have left behind magnificent structures that represent them, and unfortunately, we are not even aware of what kind of humanity we have destroyed. Hasankeyf has hosted dozens of civilizations. All of this we have now destroyed for the sake of a dam. It is impossible to compare the cultural heritage of thousands year old Hasankeyf, one of the main cradles of human civilization, with some income from the Ilisu Dam Hydroelectric Power Plant.
Desde que el mundo existe, la humanidad ha trabajado constantemente para dejar marca en este mundo en cualquier sitio habitado. Los hombres han dejado detrás magníficas estructuras que los representan, pero desafortunadamente, ni siquiera nos damos cuenta de qué tipo de humanidad hemos destruido. Hasankeyf ha albergado docenas de civilizaciones, y todo lo hemos destruido por hacer un embalse. Es imposible comparar el patrimonio cultural del Hasankeyf milenario, una de las principales cunas de la civilización humanas, con los ingresos de la central hidroeléctrica de la presa de Ilisu.
Consecuencias internacionales del GAP
El embalse de Ilisu no solo tiene impacto sobre los ciudadanos turcos.
En 2002, una delegación de tres ONG británicas —Ilisu Dam Campaign, Kurdish Human Rights Project y Corner House— publicó un informe sobre los potenciales efectos río abajo de los embalses. Según dicho informe, "los embalses del GAP ya han causado un cambio considerable en el régimen fluvial del Eúfrates y en menor medida del Tigris, ambos en términos de calidad y cantidad. La reducción de flujo del Éufrates ya ha causado un incremento de la salinidad en el cauce bajo del río, que afecta seriamente a la agricultura, y la implementación total del GAP podría tener fuertes consecuencias adversas para las numerosas personas que viven en Siria e Irak". Además, el informe sigue diciendo que "Turquía viola o incumple la carta o el espíritu de las convenciones internaciones sobre uso de aguas compartidas, concretamente la convención de Naciones Unidas sobre Derecho de uso de cursos de agua internacionales para usos distintos de la navegación".
Los Gobiernos de Irak e Irán, cuyos ciudadanos tienen una fuerte dependencia del río Tigris, se han opuesto firmemente al GAP y al embalse de Ilisu. En 2018, el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, acusó al Gobierno turco de forzar la construcción del embalse de Ilisu por razones políticas. Funcionarios iraquíes señalaron que los embalses construidos en docenas de afluentes han reducido a la mitad el flujo de agua que recibía Irak hace 20 años. El ministro iraní de Relaciones Exteriores, Amir Abdollahian, lleva mucho tiempo criticando los proyectos hidráulicos turcos: en mayo de 2022 los tildó de "inaceptables" y extremadamente dañinos para el pueblo de Irán.
Considerando que más del 50 % de todas las fuentes de agua de la región pertenecen a más de un país, Mehmet Kizmaz concluye con las enormes consecuencias internacionales de los proyectos GAP: "El embalse de Ilisu ha tenido un impacto muy negativo en la cuenca río abajo del Tigris. En muchas ciudades iraquíes han surgido problemas en el suministro de agua potable, sobre todo en Bagdad y Mosul. La agricultura iraquí, muy dependiente del riego proveniente de los ríos, también se ha visto en gran peligro. Las organizaciones ambientales anunciaron que el proyecto del embalse de Ilisu acelerará los problemas ambientales y exacerbará las nubes de polvo que causa la sequía en las marismas de Mesopotamia (Ahwar), que quedarán destruidas por el embalse de Ilisu".
La resistencia local e internacional al futuro desarrollo fluvial de Turquía es limitada. Activistas iraníes han iniciado una petición en Change.org para evitar otros proyectos hidroeléctricos, responsables de sequías en Irán. Durante años, las protestas en el sur de Irak también han acusado a los embalses turcos de empeorar la escasez de agua. Kizmaz concluye que "por el momento, no hay reacción en Hasankeyf, porque la gente cree realmente que todo se ha acabado. Por eso, todos callan. Esto también se aplica a otros, sobre todo a activistas y periodistas, que llevan años luchando. Yo también tengo esa sensación. ¿Hay alguna oportunidad de resucitar a los muertos?".