Cómo se ha convertido Serbia en «la mayor víctima» de la guerra de Ucrania

Composición de fotos de Istinomer/Fonet/Wikimedia, utilizada con autorización.

Este artículo de Tijana Đorđević apareció originalmente en Istinomer (Truth-O-Meter), iniciativa de verificación del Centro de Investigación, Transparencia y Responsabilidad (CRTA). Publicamos una versión editada en virtud de un acuerdo para compartir contenido con Global Voices.

La agresión de Rusia contra Ucrania comenzó el 24 de febrero de 2022. Desde ese momento, un país se convirtió en «víctima de grandes potencias», y ha sido «presionado», «chantajeado», «acosado» y objetivo de «ataques orquestados». La guerra se hace en ese país, una guerra especial. Y ese país es… Serbia.

Desde las primeras horas de la guerra de Ucrania hasta ahora, los medios serbios han pasado por diferentes fases, desde dar por hecho que «Ucrania ha atacado a Rusia«, pasando por llamarla «operación especial» en lugar de guerra, hasta aceptar la realidad, pero aplaudiendo al régimen de Vladimir Putin y sus acciones en el frente.

Los matices del tratamiento de este conflicto fueron cambiando hasta el momento en el que quedó claro que no iba a terminar rápidamente, y que las consecuencias pesarían en el resto del mundo. En ese momento, para los medios nacionales, Serbia se convirtió en la principal víctima de esta guerra.

La respuesta a la cuestión de quiénes eran (otra vez) las fuentes de todos los problemas de Serbia es bastante simple. Estados Unidos de América y la Unión Europea, según los medios serbios, son los protagonistas de la nueva temporada de «A la caza de Serbia».

«Lo estamos pasando muy mal»

Ya en la primera semana de la guerra, los medios señalaron la «horrible presión sobre Serbia» para que impusiera sanciones a Rusia. Se listaron los nombres de  «notorios resentidos» y «analistas políticos del llamado Estado en la sombra de la Unión Europea, pero también de Estados Unidos». En una serie de artículos se publicaron los detalles de las «brutales recriminaciones de Occidente a Serbia», y algunos enfatizaban en particular que el presidente del país, Aleksandar Vučić, había «conseguido superar los problemas que lo rodeaban por todas partes«.

Para evitar el riesgo de quedar rezagada del resto del mundo, en Serbia comenzó rápidamente una guerra especial. Al menos así es como los medios llamaron a las falsas amenazas de bomba enviadas a escuelas de primaria y secundaria, redacciones de medios e instituciones estatales. El objetivo de esa guerra especial era el de «paralizar Serbia» y «forzarla a imponer sanciones a Rusia».

Especial o no, para los medios serbios era más que evidente que «la guerra entre las grandes potencias se libra a nuestra costa«.

Por tanto, mientras seguían los combates en Ucrania, Serbia atravesaba un «infierno» porque, según los medios, «la decisión de Putin de iniciar una ‘guerra de verdad’ puso al país en una posición aún más difícil». En esa época, Serbia comenzó a «preparar la artillería para un ataque total«, ya que las presiones eran «las peores desde el bombardeo de la OTAN en 1999″.

Que las «presiones sobre Serbia comenzaban a tener proporciones descomunales» tras casi ocho meses de guerra en Ucrania fue también la conclusión de los programas de televisión. Entonces Occidente recurrió a «métodos militares» con el fin de «estrechar el cerco a nuestro país«, como definieron los medios a los «incidentes con vehículos aéreos desarmados» detectados sobre Merdare y la zona de Raška.

En cuanto a los medios nacionales más influyentes, todos los «ataques a Serbia» tenían dos objetivos: imponer sanciones contra Rusia y simultáneamente, reconocer la independencia de Kosovo. Todas las acciones de Bruselas y Washington se tildaron de hostiles, y sus funcionarios explicaron sus expectativas con análisis del curso de la política exterior de Serbia, y durante sus visitas a Belgrado.

Falsas presiones

Incluso si en ciertos momentos parecía que las «presiones», como las llaman los medios serbios, también llegaban del Este, las relaciones con el régimen de Putin se mantuvieron sin cambios. La amistosa narrativa quedó en silencio durante un corto periodo, cuando el presidente de Rusia señaló las semejanzas entre Kosovo y las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.

«Putin, a quien consideramos un gran amigo, mostró su verdadero rostro y, con esta declaración, perjudicó los intereses de Serbia respecto a Kosovo», escribieron los medios, y afirmaron que el presidente ruso había «apuñalado a Serbia por la espalda».

Las declaraciones del embajador ruso en Belgrado, Alexander Botsan-Kharchenko, nunca se habían considerado amenazas, ni cuando el diplomático ruso dijo que imponer sanciones «podría dañar la economía y la esfera social de Serbia».

«La economía serbia está muy conectada con Rusia, en sentido positivo. Todo el mundo entiende que las sanciones contra Rusia podrían resultar en un considerable perjuicio a la economía y a la sociedad», dijo Botsan-Kharchenko en entrevista con el diario Izvestia, reproducida por numerosos portales nacionales serbios.

El detector de «amenazas a Serbia» cercano a las autoridades no reconoció esta afirmación como relevante.

Por otra parte, el sentir prorruso seguía siendo considerable incluso en silencio. Ciertamente, cuando Occidente espera algo, «da la peor parte» a Serbia. Cuando Rusia espera algo, los líderes serbios actúan como se esperaba, y la mayoría de los medios ignoran totalmente la situación.

Este fue también el caso con la participación de Serbia en la I Cumbre Interparlamentaria de la Plataforma Internacional para Crimea. Durante la reunión con Vladimir Orlić, portavoz del Parlamento serbio, Botsan-Kharchenko «expresó el deseo de que la delegación de la Asamblea Nacional de la República de Serbia no participase en la Cumbre».

A diferencia de otras expectativas, las rusas se cumplieron totalmente, puesto que a pesar de la invitación oficial, la delegación serbia no participó en la Cumbre, desde la que se enviaron mensajes de apoyo a Ucrania.

Los detalles de la conversación entre Orlić y Botsan-Karchenko se publicaron más tarde en una nota parlamentaria, y después en N1 portal.  Los principales medios defensores de la «política exterior independiente de Serbia» y de los «intereses serbios» tenían cosas más importantes que hacer en ese momento.

Por tanto, la guerra en Ucrania no ha hecho más que desnudar la peculiar forma de informar de los medios tradicionales serbios. Es más, según los datos de supervisión de medios del CRTA, la narrativa antioccidental dominante estos últimos cinco años se ha intensificado desde el inicio de la guerra en Ucrania. La proporción de artículos positivos respecto a los negativos sobre la Unión Europea y Estados Unidos en 2022 es de 1 a 15, mientras que sucede lo contrario en los artículos sobre Rusia, cuya proporción entre positivos y negativos es de 2 a 1.

En general, para los medios más populares de Serbia, la guerra de Ucrania solo ha sido otra razón para poner a Serbia en el papel de víctima, y este tópico se ha utilizado para causar pánico, y también para la ya establecida práctica de generar antagonismo contra Occidente, y en particular contra la Unión Europea.

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