Esta familia de refugiados sirios fue separada por la nueva ley migratoria de EE. UU.

Gasem al-Hamad y sus hijos en su casa de Turlock, California. La familia huyó de la guerra en Siria, pero ahora se ha bloqueado la reubicación en California del hermano de Hamad tras la suspensión del programa de refugiados sirios en EE. UU. por parte del presidente Donald Trump. Crédito: Monica Campbell.

Esta historia de Monica Campbell apareció originalmente en PRI.org el 3 de febrero del 2017. Se republica como parte un acuerdo entre PRI y Global Voices. 

No más refugiados sirios. Es lo que asegura la orden ejecutiva de Donald Trump, presidente de EE. UU., la cual bloquea (al menos temporalmente) la entrada de inmigrantes en el país. Horas después de la noticia, muchas vidas cambiaron, incluyendo la de una familia de refugiados sirios con la que mantengo el contacto desde que les reubicaran en Turlock, California, a unas dos horas al este de San Francisco.

Ya ha pasado un año desde que vi por última vez a Gasem al-Hamad, a su esposa, Wajed al-Khlifa y sus cuatro niños. Llevaban en Estados Unidos unos 10 meses tras un viaje de tres años después de abandonar su hogar en Homs, Siria.

Fue no mucho después de los ataques terroristas en París y de un auge predecible de islamofobia. El aterrador efecto de ese ataque: el fanatismo contra los musulmanes – Hamad y su familia lo sintieron en Turlock. Khlifa, quien lleva hiyab, dice que notó que la gente la miraba. «Desde París las cosas han cambiado», dice.

Pero la familia también progresó. Celebraron su primer Día de Acción de Gracias en Estados Unidos. Hamad obtuvo el permiso de conducir y podía llevar a sus hijos en su nueva minivan. Hallaron una comunidad en la mezquita local y se les acogió como la primera familia de refugiados sirios de esta pequeña ciudad.

Quería llamarles y ver cómo les va todo después de que Trump decidiera bloquear temporalmente la entrada de refugiados sirios.

Al principio todo pintaba bien. Hamad, mediante un intérprete, me contó que a sus hijos les iba bien en la escuela y que su mujer acababa de obtener el permiso de conducir. Hamad también trabaja sin cesar en una carnicería musulmana. Es un trabajo duro, aunque se aprovecha de una habilidad que aprendió en Siria.

Sin embargo, la conversación viró hacia lo que está sucediendo. «Se suponía que mi hermano iba a llegar el 18 de febrero», dice Hamad. «Pero debido a la decisión del presidente Trump, pusieron todo en espera. Estoy muy preocupado por mi hermano».

El hermano de Hamad también huyó de Siria y obtuvo un billete de avión a California. Todo estaba dispuesto, pero la orden de Trump ha dejado al hermano de Hamad bloqueado en Jordania, adonde se dirigió tras dejar Siria.

No obstante, el hijo de 24 años y la mujer del hermano sí lograron llegar a California por los pelos. «Llegó dos semanas antes de que el presidente Trump tomara la decisión», dice Hamad de su sobrino.

Por tanto, la familia está separada, y Hamad sabe que su hermano no puede volver a Siria.

Hamad y su familia salieron vivos de Siria por su propio pie. Poco después de la huida bombardearon su casa. Los vecinos les enviaron por correo electrónico imágenes de las ruinas. «¡Miren! ¡Este era su hogar!», decían.

Al mismo tiempo, a Hamad no le sorprende que se bloquee a su hermano. Ha notado el cambio desde que Trump ganara las elecciones. Puede que Turlock esté en California, pero es un medio rural, más conservador. Trump logró un buen resultado allí.

«Así pues, sí, hay algunos cambios», dice Hamad. «Antes nos sentíamos parte de la comunidad» Ahora ha cambiado. Nos sentimos extranjeros aquí».

Gasem Al Hamad y su hijo, Mohamad, en Turlock, California. La familia Al Hamad huyó de la guerra en Siria y, tras un viaje de tres años, llegaron como refugiados a Estados Unidos. Crédito: Monica Campbell.

Hamad desea que más gente entienda lo duro que fue llegar a Estados Unidos. La investigación a la que se vio sometido, tanto él como su hermano, fue intensa. Largas entrevistas una vez y otra. Le escanearon la retina para datos biométricos. A Hamad y a su familia les llevó casi tres años llegar a California después de huir de Siria.

Aun así, Hamad conoce de algunos, incluyendo Trump, que dicen que los refugiados pueden ser peligrosos, o que reciben ayuda mientras algunos estadounidenses sufren. Le pedí que me contara más sobre eso.

«Los EE. UU. necesitan gente», dice Hamad. «Necesitan trabajadores».

Y dice que lo devuelve. «Por ejemplo, llegué aquí, trabajo, pago impuestos, compré un coche. Ayudé a este país», dice.

Le pregunté cómo le explica esto a sus hijos, sobre todo a su hija mayor, Arwa, de 10 años. Dice que no está seguro sobre qué decir, pero que sabe que en la escuela se habla de las noticias.

A su vez, Arwa también les ha enseñado a sus padres cosas sobre EE. UU. «Hace dos semanas fue el Día de Martin Luther King», dice Hamad. «Mi hija vino a mí y me contó que era una fiesta importante. No lo sabía».

Historia de EE. UU. Derechos civiles. Hamad dice que disfruta viendo cómo su hija aprende sobre la democracia estadounidense, pero también se muestra preocupado por la situación actual. «Me preocupa mucho», admite. «El racismo va a destruir el país. Me preocupa. Si estalla una guerra civil el país acabará destruido. Mira lo que sucedió en Siria. Destruida».

Este miedo que siente Hamad aviva el racismo y mantiene a familias como la suya fuera del país. Le gustaría que se acabara.

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