Este artículo fue escrito por Khalid Ibrahim, director ejecutivo del Centro del Golfo para los Derechos Humanos (GCHR) conjuntamente con Joe Stork, presidente del consejo consultivo de GCHR.
Nuestro amigo Ahmed Mansoor, valiente defensor de derechos humanos y padre de cuatro hijos, está en confinamiento solitario en Emiratos Árabes Unidos, cumpliendo una sentencia de diez años por el “delito” de hablar públicamente sobre violaciones de derechos humanos en Emiratos Árabes Unidos.
Ahmed, que integra los consejos consultivos del Centro del Golfo para los Derechos Humanos (GCHR) y la división de Medio Oriente de Human Rights Watch, ha sido arrestado y estado en prisión en su país varias veces desde 2011. Su actual dura experiencia empezó en marzo de 2017, cuando fue arrestado y luego condenado de insultar la “posición y el prestigio de Emiratos Árabes Unidos y sus símbolos”, con publicaciones de “falsos informes” en medios sociales.
Nuestro amigo está en una sala de aislamiento en la prisión Al-Sadr de Abu Dabi, en la que no tiene cama para dormir ni agua en su celda. No se le permite recibir visitas de familiares ni otros derechos ni privilegios con que cuentan otros prisioneros, como llamadas telefónicas frecuentes y acceso a libros, periódicos y televisión. No se le permite caminar en el exterior ni hacer deportes. Son facilidades para prisioneros condenados por delitos violentos.
El relator especial de Naciones Unidas para Tortura y las Reglas Mínimas para Trato de Prisioneros de Naciones Unidas consideran el confinamiento solitario como una forma de tortura.
El 17 de marzo, Ahmed inició una huelga de hambre en protesta por las pésimas condiciones de prisión y su injusta condena por sus actividades de derechos humanos. Desde ese día, su salud se ha deteriorado significativamente. Su visión ha empezado a fallar, como suele ocurrir con quienes han pasado por un periodo prolongado sin alimentos (ver el gráfico de abajo).
La historia de Ahmed
En marzo de 2017, las fuerzas de seguridad incursionaron en la casa de Ahmed Mansoor en Ajman, donde vivía con su esposa, Nadia, y cuatro hijos. Los oficiales se lo llevaron, e incautaron sus teléfonos móviles, computadoras personales y otros equipos electrónicos de él y su familia. La agencia de noticias oficial emiratí informó que lo detuvieron por usar medios sociales para publicar “información defectuosa” y “noticias falsas” para “lastimar la reputación del Estado”. El Gobierno se negó a revelar su paradero y darle acceso a un abogado o su familia.
Más de un año después, el 30 de mayo de 2018, el diario abudabí The National informó que la Cámara de Seguridad del Estado de la Corte Federal de Apelaciones condenó a Mansoor por insultar la “posición y prestigio de Emiratos Árabes Unidos y sus símbolos”, con publicaciones de “falsos informes” en medios sociales, y por “buscar perjudicar la relación de Emiratos Árabes Unidos con sus vecinos”. La corte lo sentenció a diez años de prisión y le impuso una multa de un millón de dirhams emiratíes (270 000 dólares estadounidenses).
Todo el juicio estuvo cerrado a los medios, diplomáticos y otros observadores extranjeros. Las acusaciones y la condena violan abiertamente el derecho de Mansoor a la libre expresión y opinión según el derecho internacional. El 31 de diciembre de 2018, la Cámara de Seguridad del Estado de la Corte Federal de Apelaciones ratificó su condena y sentencia.
Mansoor empezó su trabajo en defensa de los derechos humanos en 2006, y desde 2011 ha pasado por incesante acoso y persecución del Gobierno.
En abril de 2011, fue encarcelado con otros cuatro defensores de derechos humanos –los cinco de Emiratos Árabes Unidos– más de siete meses luego de firmar una petición dirigida al presidente de Emiratos Árabes Unidos, en la que pedían fortalecer al Legislativo y ampliar los derechos de voto a todos los ciudadanos emiratíes adultos en elecciones para el Consejo Federal Nacional. Los demandados fueron condenados por insultar a los gobernantes de emiratíes, pero el presidente emiratí, jeque Khalifa bin Zayed Al Nahyan, los indultó al día siguiente. Desde esa ocasión, las autoridades se han negado a devolverle el pasaporte a Mansoor, con lo que se le niega el derecho a viajar.
En septiembre de 2012, un hombre atacó físicamente a Mansoor en la Universidad de Ajman, horas después de su participación por video en una charla en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra. Mansoor sufrió heridas en la cabeza, cuello y manos. Este ataque ocurrió seis días después de que otro hombre lo atacara físicamente también en Universidad de Ajman. Mansoor, que sospechó que los ataques fueron ordenados por seguridad del Estado, se quejó con la policía en ambas ocasiones, sin resultados.
Mansoor también ha estado sometido a vigilancia y ataques de software espía. En 2014, su cuenta de Twitter fue atacada. En agosto de 2016, recibió mensajes de texto anónimos que los instaban a abrir un adjunto que supuestamente incluía información sobre detenidos a quienes los servicios de seguridad de Emiratos Árabes Unidos han sometido a tortura. La agrupación Citizen Lab, con sede en Toronto, examinó los mensajes y determinó que el adjunto era software espía con la intención de intervenir, acceder y controlar su iPhone.
También ha sido blanco de acoso y amenazas de muerte en medios sociales que han coincidido con campañas de difamación en los medios emiratíes.
El 6 de octubre de 2015, Mansoor fue nombrado ganador del Premio Martin Ennals para los Defensores de Derechos Humanos de 2015 por ser “una de las pocas voces dentro de Emiratos Árabes Unidos que brinda una evaluación creíble e independiente de las novedades en derechos humanos en el país». Sin embargo, se le impidió ir a la ceremonia por la prohibición de viajes de facto impuesta desde 2011.
El Parlamento Europeo, los relatores especiales de Naciones Unidas y organizaciones de derechos humanos han pedido la liberación inmediata e incondicional de Ahmed.
Según la ley de Emiratos Árabes Unidos, algunas veces los prisioneros pueden solicitar una liberación anticipada después de cumplir dos tercios de sus sentencias. Sin embargo, grupos de derechos humanos temen que Ahmed deberá cumplir los diez años de su sentencia, y hasta más. Existe también la preocupación de que seguirá detenido ilegalmente después de cumplir su sentencia, como ha ocurrido con otros como Osama Hussein Al-Najjar, joven bloguero arrestado por protestar contra la sentencia de su padre. Una vez en libertad, nuestro colega también quedará “bajo vigilancia” por tres años.
La vida de Ahmed Mansoor está en riesgo como resultado de las terribles condiciones de su prisión, que lo han obligado a emprender una huelga de hambre en marzo. Pedimos a los mecanismos internacionales incluido el sistema de Naciones Unidas a que intervenga urgentemente para garantizar que el Gobierno de Emiratos Árabes Unidos libere a Ahmed Mansoor y le permite buscar tratamiento médico sin demora.
Junto con una docena de otros grupos de derechos humanos han instado a los lectores a apoyar a Ahmed Mansoor por medio de nuestra campaña para su liberación, con mensajes de apoyo en una página de Facebook creada por sus amigos y en Twitter con la etiqueta #FreeAhmed [liberen a Ahmed].
Esta infografía muestra los efectos físicos de la huelga de hambre. Creada por nuestros socios de Visualizing Impact.