En las garras de la pandemia, «el momento es ahora»

Flor de lantana imita la apariencia del coronavirus. Foto de Jim & Robin Kunze en Flickr (CC BY-NC 2.0).

Nota editorial: Debido al aumento de la tasa de infecciones por COVID-19, el 29 de abril de 2021, el Gobierno de Trinidad y Tobago volvió a imponer restricciones, que incluyen el cierre de restaurantes, gimnasios y lugares de culto, y la reducción (al 25 % de su capacidad) de las rutas aéreas y marítimas entre las dos islas que forman el país.

El 3 de mayo esas restricciones se endurecieron más luego de que la doctora Maryam Abdool-Richards, directora médica, informara que el país se encuentra en un «momento crítico». Advirtió que el sistema de salud paralelo llegará a su capacidad máxima hacia mediados de mayo si sigue en aumento la tasa actual de contagios, que incluye la cantidad de pacientes que necesitan acceso a unidades de cuidados intensivos o intermedios.  

La poeta trinitense Shivanee Ramlochan ha reflexionado mucho acerca de cómo podemos juntar fuerzas  y encontrar formas de hacer frente a esta crisis. A continuación reproducimos una versión editada de su escrito original

Es ahora. El momento es ahora.

Estamos atrapados en un estado de extraña inmovilidad, una asfixia emocional. Sentimos los efectos de nuestras limitaciones físicas a diario. Algunos no hemos podido besar a nuestros sobrinos que cumplieron su primer año durante la pandemia. Otros todavía no hemos podido visitar a nuestros abuelos, ni sus tumbas. Hay bebés que solo conocen el rostro de los seres humanos con mascarilla.

¿Cómo vamos a superar todo esto? No lo sé.

He postergado muchas cosas por estar convencida de que hay algo mal en mí, de que no estoy bien diseñada, o peor, de que muté del prototipo anteriormente «normal» que recibí cuando aterricé en esta tierra. Lo engordé, lo hice malo, rebelde, irresponsable y débil. Tomé este cuerpo y lo traté con irreverencia. Quisiera saber por qué, durante la pandemia, cuerpos mejores que el mío ya no están aquí, pese a hacer mejores cosas, mientras el mío persiste.

No es el amor la respuesta, ni la paz, ni el pan de cada día cuando no todos tienen el pan o dhal […] o arroz de cada día. Pero sí siento, realmente siento, que la respuesta en cada momento en que se nos ha pedido que aguantáramos aún más está en ti. Tu imperfección. Tu alborotado desorden sagrado. Las lágrimas y mocos que caen sobre tu rostro y tu balbuceo sin sentido. Tu baile jamaicano, en soledad, frente al espejo, a las cuatro de la mañana con media botella de ron. Tus oraciones de rodillas a ese dios del que te has vuelto a enamorar o estás aprendiendo a ignorar. No lo sé, pero sí sé que quiero estar aquí, persistir. Desmedidamente. Ridículamente. Quizás hasta tonta. Lo difícil es creer que merezco esa gracia. Quizás tú sientas lo mismo.

Así que es ahora. El momento. Es el momento de enfrentar a quien te ha hecho daño durante la pandemia o posiblemente durante toda tu vida. De deshacerte de esa persona. De decir sí, mierda, sí. De decir no, mierda, no. De comprar ese vestido que crees que resalta tus kilos de más y presumir de esa gordura por el camino a la tierra de los gordos, solo porque realzará tu belleza. Ahora es el momento de pedir un préstamo inmenso a ese banco bañado en oro por todas las posibilidades que te has estado privando. De creer que lo que haces, magníficamente, pagará todo. Ahora es el momento de adoptar un gato. Ahora es el momento de dejarte crecer una barba de tres metros y medio. Ahora es el momento de admitir que has caído en depresión. Ahora es cuando las costillas de tu pecho se abren como manos y llenas ese espacio interior con flores, música, marihuana, buen sexo, la Diosa y chocolate.

No solo porque no sabemos cuánto tiempo nos queda. Eso ha sido siempre así. La pandemia no lo hizo más cierto, sino que acentuó las pocas opciones que tienen los pobres, quienes están en riesgo y los llamados países menos desarrollados cuando se enfrentan al capitalismo del desastre. El momento no es ahora porque el tiempo se está acabando.

Es ahora porque tú vales cada segundo de paz que puedas pedir para ti en esta brutal e indiferente roca que no para de rodar. Come todo el pastel de chocolate. Ignora toda la santurronería. Los caballeros blancos no existen, pero sí existes *tú*.

Y eso es algo.

La colección de poesía de Shivanee Ramlochan de 2017, «Everyone Knows I Am a Haunting», fue finalista del premio Felix Dennis 2018 a mejor primera colección.

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