Son las 4 a.m. en el rural Ahuachapán, al oeste de El Salvador. Rogelio Campos trabaja en una granja privada donde se cultiva maíz y granos, y se cría ganado y cerdos. Se ha levantado hace más de media hora, está listo para empezar su día laboral. Su esposa María está despierta desde antes. Le prepara el café a su esposo y su comida para la jornada.
«Salgo de casa para ir a trabajar a eso de las cuatro de la mañana, y regreso alrededor de las cinco de la tarde», dijo Campos a Global Voices. «Es mi rutina diaria, seis días a la semana».
LA semana laboral de Campos es como la de la mayoría de salvadoreños que viven en las zonas rurales de El Salvador, que trabajan largas horas para bajos salarios y casi sin beneficios de salud ni jubilación. Cerca del 70 % de los empleos en El Salvador están en el mercado informal. En parte, por eso los salvadoreños evalúan migrar, incluido Campos.
Tras disminuir por años, el índice de pobreza en El Salvador está aumentando. En 2019, el 22.8 % de las familias vivían con menos de 5.50 dólares al día. En 2020, eso llegó a 26.2 %. Un estudio de la Universidad Francisco Gavidia predice que aumentará a 33 % a fines de 2021. La pobreza en zonas rurales tiende a ser mayor que el promedio nacional, y más de la cuarta parte de la población de El Salvador es rural
Aunque el Fondo Monetario Internacional proyecta que la economía aumentará en casi 9 % este año, Campos no cree que esto lo ayudará a él o a su familia. Incluso en una economía creciente, los granjeros deben lidiar con bajos sueldos.
Para personas como Campos, los únicos trabajos disponibles están en el sector agrícola o cafetalero. Si tienen suerte les pagan el sueldo mínimo salvadoreño (243.46 dólares al mes), que apenas cubre el costo de vida. Por su parte, Campos recibe 200 dólares en el mercado informal. Su esposa se encarga de las labores domesticas y no tiene un empleo remunerado.
Campos cree que vive en El Salvador rural por falta de educación y conocimientos para tener un empleo mejor remunerado. Dice:
Solo tengo una educación de cuarto grado. Yo tuve que dejar la escuela a una edad temprana para trabajar y ayudar a generar ingresos para la familia. Ayudar a mantener a la familia era más importante que ir a la escuela.
La mayoría de las escuelas de las comunidades rurales están deterioradas, por la delincuencia y la violencia, y algunos padres no envían a sus hijos a la escuela.
Acceder a clases virtuales es otro problema en las zonas rurales en 2021. Según Radio YSUCA , en 2018, el 90 % de los hogares rurales no tenían acceso a internet
Un claro ejemplo de esta lucha es la tasa de alfabetización. En 2018, la tasa de analfabetismo rural era de 15.9 %, más del doble de la tasa de analfabetismo urbana, que era de 6.6 %.
Otro problema es el acceso a un adecuado sistema de salud. El sistema de salud público de El Salvador es de mala calidad; sin embargo, empeora para quienes viven en zonas rurales aisladas.
Según el directorio del hospital del Ministerio de Salud, todos los hospitales públicos de El Salvador se ubican en las capitales de cada departamento y en ciudades con gran población, Quien vive en zonas rurales y necesitan asistencia médicas deben recorrer grandes distancias. Es costoso y toma tiempo.
Aunque El Salvador tiene un sistema de salud universal, no cubre todo. Campos lo supo a la manera dura, cuando su hija menos se enfermó.
Quedé en quiebra el año pasado cuando mi hija menor se enfermó. Terminé pidiendo dinero prestado para pagar las medicinas y los exámenes que el hospital no pudo realizar.
Los hospitales públicos de El Salvador ofrecen atención gratuita, pero no siempre tienen las medicinas necesarias. Además, muchos hospitales no tienen el equipamiento necesario para hacer todas las pruebas. Por lo tanto, los pacientes deben hacerse los exámenes en centros privados, por los que deben pagar.
¿Irse es la única opción?
Campos y su esposa están en un punto crítico de su vida. Deben decidir si si siguen viviendo en Ahuachapán o irse a otro país o ciudad. Apenas un cuarto de la población salvadoreña está fuera del país. En 2018, el 70 % de los salvadoreños que se unieron a las llamadas caravanas migrantes rumbo a Estados Unidos eran de zonas rurales
Campos no quiere que sus hijas vivan así:
Quiero que mis hijas obtengan un título universitario y una vida mucho mejor. No quiero esta vida del campo para ellas. Estoy seguro de que no llegarán a esa meta si seguimos viviendo en esta zona rural.
Campos está sopesando la posibilidad de trasladarse a una ciudad más grande de El Salvador y buscar trabajo en una fábrica; quiere un ingreso estable y beneficios laborales. También está considerando emigrar a Estados Unidos y buscar trabajo en el sector agrícola o ganadero, algo que conoce y espera que le paguen mejor que en su país. Ambas opciones le asustan, solo ha vivido en zonas rurales de El Salvador, pero quiere tener una oportunidad para salir de la pobreza.