¿Qué hay detrás del silencio de India sobre invasión rusa de Ucrania?

Imagen cortesía de Giovana Fleck

Cuando uno vive en espacios internacionales, a menudo se encuentra con que tiene que representar a su país de la manera más literal. Tanto si se trata de un compañero de estudios que pregunta por un movimiento de protesta como si mi jefe me pide la opinión de mi país sobre una situación política, a menudo se me pide que explique India y sus opciones. Así que estaba preparada cuando Rusia invadió Ucrania, y todos los miembros de la redacción de Global Voices empezamos a debatir las reacciones en nuestros respectivos países.

Sin embargo, lo que no me esperaba es que me encontrara sin nada que decir. India estaba silenciosa y cautelosa, se quedó en un rincón con la esperanza de que todo el mundo olvidara que estaba en la sala. Entonces la pregunta se convirtió no solo en mis propios círculos sino todos lados, en ¿por qué? ¿Por qué India no toma partido? La supuesta mayor democracia del mundo debería estar del lado de las fuerzas democráticas, junto con Europa Occidental y Estados Unidos. Tanto Rusia como Ucrania apelaron directamente a India, le pidieron que tomara partido. Sí, India pidió una desescalada, y lamentó que Rusia y Ucrania no pudieran encontrar una solución diplomática, pero se mantuvo firme en su abstención durante las votaciones de Naciones Unidas, uno de los 35 países que se abstuvo, junto con casi todas las naciones del Suroeste Asiático. Empezamos a oír informes de estudiantes indios que intentaban huir de Ucrania y que fueron retenidos en las fronteras supuestamente por la postura de India en Naciones Unidas.

Como alguien fuertemente antiimperialista, contraria a la guerra y la ocupación, y opuesta al uso de las armas y de la fuerza militar, me cuesta expresar la ambivalencia de India, y también mis propios sentimientos mezclados. Por un lado, me afectan las cosas horribles que les ocurren a los civiles ucranianos, a las personas que están solo a un grado de distancia de mí. Tampoco me hago ilusiones sobre Vladimir Putin, sus ambiciones o sus métodos. Sin embargo, estoy cansada de una sociedad y cultura globales que están tan obsesionadas con Occidente y los intereses de Estados Unidos y de unas pocas naciones europeas, que pasan por alto cuestiones, como acaparamiento descarado de vacunas y discriminación en una pandemia.

Del mismo modo, todos los días se hacen cosas horribles a los no europeos, a menudo alimentadas casi literalmente por armas y municiones occidentales. Los mismos Gobiernos que piden que se demonice a Rusia y proclaman el martirio de Ucrania, venden tecnología de vigilancia y armas a Gobiernos antidemocráticos para que las utilicen contra sus propios pueblos; solo que los cuerpos en primera línea son marrones o negros. Cuando dicen incorrectamente que la niña que enfrenta un soldado es ucraniana, es una heroína. Sin embargo, cuando es realmente palestina, la mandan a la cárcel.

Con nuestra distancia geográfica, me cuesta preocuparme por el conflicto en Ucrania, y tratarlo como si fuera la única guerra que tiene lugar en ese momento, la única ocupación violenta (como Yemen, Palestina, Cachemira, Etiopía, Siria, Libia, BirmaniaPapúa). Como ciudadana de una sociedad poscolonial, me siento incómoda con la implicación de que todo el mundo debe priorizar inmediatamente los objetivos y problemas del Occidente blanco sobre los suyos propios.

Aun así, dejando de lado mis conflictos internos personales, ¿qué significa esta guerra para India y  los indios? Para empezar, no tenemos realmente un caballo en esa carrera. Ni Ucrania ni Rusia son una amenaza física, pero mientras todo el mundo tiene sus ojos puestos en Europa Oriental, el país que supone una auténtica amenaza para nosotros, China, probablemente aprovechará la distracción. Y, cuando llegue ese momento, tomaremos cualquier aliado que podamos conseguir.

India navegó por la Guerra Fría sin elegir explícitamente un bando, y consiguió mantenerse no alineada. Sin embargo, este hecho geopolítico no da el debido crédito a la estrecha relación que mantuvimos con la URSS durante nuestras primeras décadas como nación. Fue la URSS la que nos vendió aviones de combate y tanques; fue la URSS la que nos dio equipos científicos y entrenamiento; fue la URSS la que nos envió traducciones asequibles de Tolstói, Dostoyevsky y Pushkin, y otra literatura infantil que muchos niños indios leyeron entre las décadas de 1960 y 1980. Crecí leyendo historias de amor trágico en minas de malaquita de autores rusos cuyos nombres no sabía pronunciar, Baba Yaga y su casa con patas de pollos, osos, nieve y pan negro. Cuando me enfadaba por aprender matemáticas, mi madre me regaló un libro titulado «Matemáticas con Mamá» que captó inmediatamente mi interés, aunque no dejaban de hablar de «rublos» y «kopecks«, sean lo que sean; siempre recordaré al niño de la portada con su alegre gorro azul, sentado en lo alto de una torre de números que sostenía un picahielos.

Mi madre, geofísica graduada en 1972, aprendió a leer en ruso los manuales de los instrumentos que utilizaron durante muchos años. Además, uno de mis amigos se llamaba Misha, por la mascota de las Olimpíadas de 1980 en Moscú. Estados Unidos solo existía como un lugar donde tenía un tío y una tía que me visitaban con libros de Judi Blume, Barbies y un walkman de Sony, la primera vez que estos símbolos estadounidenses tocaron mi vida. El tejido cultural de mi infancia y adolescencia estaba mucho más entrelazado con la Unión Soviética que con Estados Unidos.

Durante el mandato de Krushchev, la URSS dio India considerable ayuda económica y militar, incluso nos permitió producir aquí aviones MiG, algo que negaron a China. La URSS apoyó a India en sus disputas territoriales y demostró ser un aliado fiel y responsable. Una perspectiva reciente de la BBC lo expresa claramente: «Además, es difícil para Delhi pasar por alto décadas de historia de cooperación diplomática con Rusia en varios asuntos. Moscú ha vetado las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre la disputada Cachemira para ayudar a India a mantenerla como una cuestión bilateral».

Así es también la situación geopolítica: durante la Guerra de Liberación de Bangladesh en 1971, el gobierno de Indira Gandhi optó por apoyar al Pakistán Oriental, postura que vio con mucho recelo Estados Unidos, que estaba firmemente del lado de Pakistán (se trataba de una guerra en la que el partido gobernante en una democracia se negaba a aceptar los extraordinarios resultados de unas elecciones porqué los ganadores eran de una etnia diferente, y Estados Unidos era del bando del expartido gobernante). Esto llevó a un enfrentamiento en la bahía de Bengala, que es algo legendario en India: atrapada entre la flota estadounidense liderada por el USS Enterprise y los barcos británicos en el mar de Arabia, la Flota Oriental de la Armada India pidió ayuda a la URSS, que envió apoyo naval que permitió a la entonces primera ministra Indira Gandhi mantenerse firme.

El blog War is Boring (La guerra es aburrida) dijo sobre los eventos:

Indeed, a Soviet naval task force from Vladivostok consisting of a cruiser, a destroyer and two attack submarines under the command of Adm. Vladimir Kruglyakov intercepted Task Force 74 in the makings of a deadly Cold War standoff. Kruglyakov gave a rousing account in a T.V. interview of “encircling” the task force, surfacing his submarines in front of the Enterprise, opening the missile tubes and “blocking” the American ships.

Ciertamente, una fuerza naval soviética procedente de Vladivostok, compuesta por un crucero, un destructor y dos submarinos de ataque bajo el mando del almirante Vladimir Kruglyakov, interceptó la Task Force 74 en lo que fue un enfrentamiento mortal de la Guerra Fría. Kruglyakov relató en una entrevista televisiva como «rodeó» al grupo de trabajo, sacó a la superficie sus submarinos frente al Enterprise, abrió los tubos de misiles y «bloqueó» a los barcos americanos.

Tampoco ha sido esta la única vez en que Estados Unidos ha apoyado a Pakistán, me vienen a la mente tanto la Operación Ciclón como la inclusión de Pakistán en la alianza militar CENTO, aparte de no haberlos sancionado nunca realmente por acoger a Osama Bin Laden (aunque bastantes contentos de castigar a Irak por el mismo pecado) y toda la ayuda que han prestado, y siguen prestando, a los militantes islámicos. Este historial hace que India se ponga nerviosa a la hora de comprometerse con Estados Unidos, especialmente en un momento en el que uno de los resultados de la crisis podría ser que China y Estados Unidos arreglen sus diferencias ahora que Rusia vuelve a ser el «chico malo». Mientras tanto, Rusia es el principal socio de defensa de India, que nos suministra el sistema de defensa antimisiles S400 que necesitaríamos si uno de nuestros vecinos nos ataca, y Estados Unidos no ha prometido renunciar a las sanciones en caso de que caigan sobre nosotros.

A pesar de esto, India no puede apoyar abiertamente a Rusia. Mantenerse neutral suele considerarse un apoyo tácito, al tiempo que da a India y a Estados Unidos una hoja de parra para mantener el diálogo y la discusión.

Aun así, algunos piensan que debemos adoptar una postura moral en la cuestión de la soberanía violada, y no se equivocan, pero ¿en qué pierna nos apoyamos nosotros, que hemos ocupado y dominado militarmente Cachemira durante décadas, en ese argumento?

Y así, India se queda en un rincón de la sala, llamando la atención solo cuando queremos permiso para ir al baño, con la esperanza de que todo esto se termine, aunque también sabemos que probablemente no será así. En cuanto a mí, sigo en la tensión de querer que la guerra termine, pero en incómoda paz con la posición de India, de necesitar dar mi atención y preocupación a Occidente y desear con rabia que nos dé algo a cambio.


Ilustración de Giovana Fleck

Para más información sobre este tema, consulte nuestra cobertura especial Rusia invade Ucrania.

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