Presidentes de Asia Central no pueden dejar de nombrar a familiares en puestos claves

Saida Mirziyoyeva, hija mayor del presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirzioyoyev, es jefa de su administración presidencial. Captura de pantalla del canal de BBC en uzbeko en YouTube. Uso legítimo.

El 25 de agosto de 2023, el presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev, firmó un decreto que establecía cambios al personal de su administración y designó a su hija Saida Mirziyoyeva como jefa de facto de la oficina presidencial. Es el segundo cargo de la hija del presidente, tras haber trabajado como jefa del sector de políticas en comunicaciones e información desde noviembre de 2022. El nuevo cargo de Mirziyoyeva es asistenta del presidente. Sin embargo, la destitución del anterior jefe de la administración presidencial y retiro de ese puesto la convirtieron en la funcionaria de más alto rango en la agencia.

Como se esperaba, esta designación acarreó especulaciones sobre si Saida Mirziyoyeva reemplazará a su padre en la presidencia. Desde que entró a la vida política del país en 2019, ascendió rápidamente por a uno de los puestos con más poder del país.

Esta historia no es la única. Ciertamente, se parece mucho a la de Gulnara Karimova, hija del expresidente Islam Karimov, que gobernó en Uzbekistán desde 1991 hasta su muerte, en 2016. Karimova era empresaria, diplomática, diseñadora de modas y cantante. Hasta su caída en 2013, cuando quedó bajo arresto domiciliario, Karimova era la segunda persona más poderosa del país. Como Mirziyoyeva, algunos predijeron que Karimova sucedería a su padre, pero terminó en prisión por corrupción.

Uzbekistán no es el único en este extenso ejercicio del nepotismo en Asia Central. Sus vecinos regionales, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán han dado muestras de que los parientes cercanos del presidente ocupan puestos gubernamentales de alto nivel. El ejemplo más notorio de esta práctica es el actual presidente de Turkmenistán, Serdar Berdimukhamedov, que sucedió a su padre, Gurbanguly Berdimukhamedov, en 2022.

Este video de YouTube muestra cómo Serdar Berdimuhamedov sucedió a su padre y se convirtió en el presidente de Turkmenistán.

Pese a los efectos adversos del nepotismo, como se mostró en las revolucionas del Tulipán de 2005 y de abril de 2010 en Kirguistán, el liderazgo político en Asia Central sigue prefiriendo los lazos de sangre sobre la meritocracia y las calificaciones profesionales como el factor que decide en asuntos de gestionar la sucesión y de gobernar el país.

La familia siempre primero

Los países de Asia Central tienen una larga historia de nepotismo. He existido desde los primeros días de su independencia, que los países de la región adquirieron tras la desintegración de la Unión Soviética en 1991. Cuando los primeros presidentes de los países de Asia Central asumieron su cargo y fortalecido sus puestos a fines de la década de 1990 y comienzos de la década de 2000, sus hijos ya eran lo suficientemente adultos para iniciar sus propias carreras políticas. También empezaron a tener su propia familia, lo que creó la necesidad de incorporar a nuevos familiares, los parientes políticos. Los casos de Saida Mirzoyeva, Gulnara Karimova y Serdar Berdimuhamedov son apenas algunos ejemplos.

Nursultan Nazarbayev, primer presidente de Kazajistán, fue uno de los primeros en designar a sus familiares en altos cargos. Los 29 años de su mandato han dejado un rastro vívido de nepotismo. La hija mayor de Nazarbayev, Dariga Nazarbayeva, fue parlamentaria en 2004, vice primera ministra en 2015, y presidenta del Senado en 2019. Su esposo, Rakhat Aliyev, es médico de profesión y ocupó el puesto de viceministro de Asuntos Exteriores antes de exiliarse en Europa, donde murió en 2015 en sospechosas circunstancias. Las otras dos hijas de Nazarbayev y sus esposos estaban entre los principales empresarios en su mandato.

Este video de YouTube muestra la riqueza de los parientes de Nazarbayev.

Askar Akayev, primer presidente de Kirguistán, también recurrió al nepotismo en su cargo, pese a la esperanza de que, como médico, sería una figura imparcial. Su formación científica y la falta de pasado político fueron factores decisivos cuando el Parlamento de Kirguistán lo eligió como el primer presidente en 1990.

Su esposa, Mairam Akayeva, surgió como una poderosa figura en la sombra que la dio acceso al mercado del país y recursos para empresas e inversionistas a cambio de considerables sobornos. En 2005, sus hijos entraron en las elecciones parlamentarias y ganaron un escaño, lo que enfureció al público y llevó a la Revolución de los Tulipanes, que terminó con el reinado de Akayev.

El siguiente presidente de Kirguistán, Kurmanbek Bakiyev, cometió el mismo error cuando designó su hijo y hermanos en puestos gubernamentales claves. Su presidencia terminó en 2010 en lo que se llamó la Revolución de Abril. La abierta práctica de nepotismo de Bakiyev, que parecía no conocer límites, fue uno de los factores que llevó a la irritación pública y el derrocamiento del régimen.

Emamoli Rahmon ha presidido Tayikistán desde 1992. Tiene nueve hijos, lo que significa que debe esforzarse más para avanzar la carrera política y empresarial de su descendencia. Una de sus siete hijas es el jefe de la administración presidencial. Está previsto que su hijo Rustam Emomal sea el próximo presidente. Actualmente, combina dos importantes cargos: alcalde de la capital tayika, Dusambé, y presidente de la Asamblea Nacional, que es la cámara baja del Parlamento. las otras hijas y yernos de Rahmon ocupan puestos de alto nivel y tienen considerable poder con respecto a la actividad económica del país.

Este video de YouTube muestra el ascenso de Rustam Emomali al puesto de la segunda persona más poderosa de Tayikistán.

La historia sigue repitiéndose

No hay ejemplos de nepotismo en Asia Central que termine bien o tenga resultados positivos para los países y regímenes políticos involucrados.

La historia más infame es la caída de Gulnara Karimova. Se estima su perjuicio al país en 1400 millones de dólares. Se informa que monopolizó todos los sectores de la economía de Uzbekistán, se hizo cargo de negocios privados y recibió cientos de millones de dólares en sobornos a cambio de acceso al lucrativo mercado uzbeko.

Este video de YouTube muestra cómo Gulnara Karimova aceptó sobornos de empresas de telecomunicación rusas y suecas.

Tras entrar en conflicto con su familia, en 2013 quedó bajo arresto domiciliario con la aprobación de su padre. Tras la muerte de Islam Karimov en 2016, ha sido sentenciada a prolongadas condenas de prisión.

Los parientes de Nazarbayev también dejaron su puesto, perdido influencia y recibido sentencias de prisión cuando dejó el cargo en 2019. La caída de sus parientes empezó en enero de 2021, después de que Nazarbayev perdió una pugna de poderes con el actual presidente kazajo, Kassym-Jomart Tokayev, tras las violentas protestas conocidas como Qandy Qantar (enero sangrientos).

Dariga Nazarbayeva dejó su rol parlamentario poco después. El empresario Kairat Satybaldy sobrino de Nazarbayev, fue sentenciado a seis años de prisión por robo. Sus otros parientes que ocupaban importantes puestos políticos y empresariales también fueron destituidos.

Las consecuencias más devastadoras del nepotismo ocurrieron en Kirguistán. Tras la Revolución de los Tulipanes de 2005, Akáyev y su familia se exiliaron en Rusia, donde viven actualmente. Bakiyev y su familia corrieron similar suerte tras la Revolución de Abril de 2010, y huyeron a Belarús sin derecho a regresar a su país.

La aparente práctica del nepotismo de estos expresidentes, junto con otras infracciones, les costó sus regímenes. Sin embargo, el actual presidente de Kirguistán, Sadyr Japarov, hace caso omiso de estos acontecimientos políticos. Recientemente ha admitido que su joven y aparentemente poco calificado hijo Rustam Japarov está trabajando con inversionistas extranjeros para construir grandes obras de infraestructura en el país.

Rodearse de familiares cercanos, a menudo incompetentes, deja a los presidentes sin una asesoría sólida en asuntos políticos y económicos importantes. Transferir el poder a figuras informales en la sombra que son familiares cercanos entorpece el crecimiento económico. Sin embargo, los dirigentes políticos y sus familiares no han aprendido la lección de los fracasos de sus predecesores.

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