En Azerbaiyán, autoridades guardan silencio ante asesinato de mujer trans

Imagen de Arzu Geybullayeva

 Este artículo se publicó originalmente en OC Media. Global Voices publica una versión editada en virtud de un acuerdo de colaboración de contenidos.

La comunidad LGBTQ+ de Azerbaiyán se vio afectada por la noticia del asesinato de otra mujer trans, cuyo cuerpo fue encontrado el 12 de marzo en las afueras de la capital, Bakú. Tanto la noticia del asesinato como las fotos de la víctima circularon entre los miembros de la comunidad. En un comunicado, Minority Azerbaijan, organización de defensa de los derechos de las personas LGBTQ+, pidió que se contribuyera a la investigación con cualquier información adicional. Mientras tanto, los activistas dicen que las autoridades y los medios locales guardan silencio sobre el caso.

La víctima

No hay mucha información sobre la víctima a excepción de su nombre, Aytan. De acuerdo con Alex Shah, activista LGBTQ+ que dio la noticia en las redes social, la víctima fue torturada y luego asesinada. En una publicación en Meta, Shah dijo que Aytan no tenía a nadie que enterrara su cuerpo, y también pidió a las autoridades que investigaran el caso.

En entrevista con OC Media, Shah señaló que, luego de contar el caso en sus redes sociales y etiquetar a las instituciones locales importantes, lo llamaron para interrogarlo y le advirtieron que se necesita información adicional para abrir una investigación.

Ana Gafarov, vocera del Ministerio de Asuntos Internos, explicó a OC Media que el ministerio no tiene información.

Aysel Hasanova, vocero de la Fiscalía General, no devolvió los llamados al diario.

El 21 de marzo, Shah informó al medio que dos sospechosos habían sido arrestados: el padre de Aytan y su arrendador.

Modo silencioso

Activistas locales por los derechos queer acusaron a los medios de Azerbaiyán de callar el reciente asesinato. En una entrevista con OC Media, Leyla Hasanova, integrante de QueeRadar (iniciativa para abordar la fobia a los LGBTIQ+ en los medios de la ciudad), dijo «los medios guardan silencio, lo que llamamos silencio fóbico». Hasanova informó que con su silencio, los medios alimentan esta fobia activamente por no informar sobre el caso ni ofrecer apoyo.

En un país en el que los medios suelen atacar a las personas queer,  este silencio no es novedad. Hasanova citó los informes de seguimiento de los medios de QueeRadar de años anteriores y dijo que en 2023, la iniciativa revisó la cobertura del más 70% del colectivo LGTBQ+.

Sin embargo, los medios no son el único espacio en el que abunda el silencio cuando atacan al colectivo LGTBQ+. En general, para muchas de personas LGTBQ+ que sufren discriminación y violencia apenas existe la posibilidad de recurrir a la Policía o a los canales judiciales oficiales.

El ejemplo más notorio que demuestra la falta de voluntad del Estado para ayudar a la comunidad queer fue en 2021, cuando la bloguera Sevic Huseynova hizo llamados abiertos en redes sociales a la violencia contra la comunidad LGBTQI+. A pesar de la cantidad de pruebas de que animaba a las personas a cometer delitos violentos contra los queer, nunca había sido reprendida.

Actualmente, en el país continúa la inacción para abordar crímenes de odio, en especial los dirigidos al colectivo LGBTQ+.

Azerbaiyán no tiene datos independientes ni un mecanismo especial para documentar delitos de odio contra los LGBTQ+. Tampoco hay protección legal los delitos de odio ni los discursos de odio, a pesar de las peticiones internacionales para adoptar leyes contra la discriminación.

De acuerdo con la ILGA Europe, organización internacional no gubernamental que promueve los derechos y libertad del colectivo LGBTQI+, hace años que Azerbaiyán ocupa el último lugar del Índice Arco Iris, entre 49 países.

En su informe nacional, ILGA Europe mencionó que «los delitos de odio contra la comunidad LGBTQI+ continúan siendo un problema grave» en Azerbaiyán. El informe citaba otros casos de asesinato, agresiones físicas y detenciones de los miembros del colectivo.

Aytan, Nuray, Hulya y otros nombres cuyas historias no se denunciaron ni escucharon son un testimonio vivo de que, en la ausencia de mecanismos de protección, las víctimas de abuso y acoso son abandonadas a la suerte y no se les hace justicia.

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