Este artículo de Hanna Belovolchenko, de Zaborona, se pubicó en Transitions Online el 23 de septiembre de 2021 y fue producido con el apoyo del Russian Language News Exchange. Se reproduce en el marco de una asociación para compartir contenidos y se ha abreviado y editado para adaptarlo al estilo de Global Voices.
Desde su independencia, Ucrania no ha podido crear su propio sistema de trasplantes de órganos. Durante décadas, los necesitados se han visto obligados a ir al extranjero para obtener órganos que les salvaran la vida. Desde mediados de la década de 2010, Bielorrusia se ha convertido en una especie de centro de trasplantes de órganos. Sin embargo, como consecuencia de la actual situación política en Bielorrusia, las relaciones bilaterales con Ucrania se han deteriorado gravemente y las relaciones diplomáticas son tensas. ¿Qué se hace ahora cuando se necesita un trasplante?
‘Puede no haber una próxima vez’
En marzo de 2017, las vidas de Olha Kredenets y Vasiliy Vyspyanskiy cambiaron radicalmente. Vasiliy, de 42 años, no tenía vicios, era atlético y tenía un trabajo estable en el sector transporte, pero de repente se encontró con que estaba en diálisis, sometido con frecuencia a un procedimiento para limpiar su sangre después de que le diagnosticaron glomerulonefritis, enfermedad que hace que los riñones se reduzcan y dejen de funcionar.
«Probablemente sea consecuencia de un dolor de garganta que experimentó y superó en 2007″, dice Olha. «La enfermedad es muy insidiosa y se desarrolla lentamente, y nosotros, que rara vez en nuestra vida íbamos al médico, ni siquiera sospechábamos que pudiera ocurrir algo así».
Con los años, la salud de Vasiliy empeoró. Olha recuerda con lágrimas en los ojos:
For a long time, the hospital couldn’t figure out what the problem was. And when they diagnosed him, they said that we needed to find a donor. Without explanation [about how]. And we had no idea how to do that. Are you supposed to go out with a banner in Lviv, or what?
Durante mucho tiempo, el hospital no pudo averiguar cuál era el problema. Y cuando lo diagnosticaron, dijeron que había que encontrar un donante. Sin explicación [sobre cómo]. Y no teníamos ni idea de cómo hacerlo. ¿Hay que salir con una pancarta en Lviv, o qué?
La pareja vivió una agonía durante los seis meses siguientes. Viajaron a Cracovia, Polonia, para obtener una segunda opinión con la esperanza de que el diagnóstico no se confirmara. Pero, por desgracia, se confirmó. Olha recuerda que en la universidad de medicina de Lviv era difícil encontrar explicaciones o consejos prácticos de los médicos. Solo se enteraron de la existencia de un programa nacional de salud para tratar a los ucranianos en el extranjero a través de un compañero. El presupuesto estatal pagará las operaciones en otro país, una vez que el paciente reúna un grueso expediente de documentos. Pero ¿a dónde ir?
«Tuve que elegir entre muchas opciones: Polonia, Austria, India, Bielorrusia, Turquía», explica Olha. «En Polonia dijeron que nunca llegaríamos a la cabeza de su lista, así que solo nos darían un órgano como quinta opción. Primero sus propios ciudadanos, luego los de la Unión Europea, luego quienes viven ahí, [o] una tarjeta polaca [para los no ciudadanos que pertenecen a «la nación polaca»]. Los extranjeros llegan en último lugar, y no está garantizado que los datos del donante y del receptor coincidan».
Teniendo en cuenta el costo del tratamiento en el extranjero, la única opción era Bielorrusia. Olha eligió un hospital en Brest, la ciudad más cercana a Lviv. Ella misma habló con los médicos de ahí. La clínica presentó un paquete de documentos ya preparado al Ministerio de Salud ucraniano. Le confirmaron que su esposo podía someterse a la intervención y le impusieron algunos requisitos típicos: el pago completo por adelantado de unos 55 000 euros (64 500 dólares). Los fondos se transfirieron en apenas unos días.
«No tuvimos ningún problema para cruzar la frontera. Después de las elecciones [de 2020], Bielorrusia empezó a hacer controles muy exhaustivos, pero nunca prohibió el tránsito. Teníamos una gran relación con el hospital. No tenías que buscar a los médicos, como aquí, todo estaba limpio y estéril: había una sensación de que estabas en algún lugar de Austria», dice Olha.
Vasiliy entró en la lista de espera de trasplantes de riñón en 2018. Cada tres meses, tenía que cruzar la frontera para que le extrajeran suero sanguíneo. Estos procedimientos, que cuestan unos 250 euros cada vez, los pagaba de su bolsillo. Pero no había manera de evitarlo. Los datos del suero sirven de base para decir si el donante es compatible o no. El suero se mantiene congelado. Si falta a una sola cita para recoger suero, el paciente es eliminado de la lista de trasplantes.
«Cuando fuimos a Bielorrusia en mayo de este año, los guardias fronterizos nos hicieron más preguntas y nos exigieron que mostráramos nuestro certificado de matrimonio, que no teníamos. Pero al final nos dejaron pasar. Pregunté si tenía que llevar el certificado la próxima vez. Me dijeron que tal vez no habría una próxima vez, sin ninguna explicación», dice Olha..
Turismo de órganos
Ir al extranjero para recibir un trasplante es una historia común en Ucrania. Si se necesita médula ósea, las listas de trasplantes de Turquía, Israel, España y Alemania están abiertas. ¿Necesitas un corazón, un hígado, riñones o pulmones? Entonces tienes un camino directo a Bielorrusia o India. El costo de un trasplante de órganos no es barato. Por ejemplo, para un riñón en Bielorrusia habría que pagar más de 62 000 euros (unos 72 000 dólares), y para un corazón, casi 94 000 euros (unos 109 000 dólares). En 1992, el Gobierno ucraniano creó un programa para ayudar a los ciudadanos comunes y corrientes para viajar al extranjero para someterse a una operación de trasplante.
Según datos recogidos por el Centro de Investigación Social y Económica de Ucrania (CASE), de 2010 a 2014, el Estado pagó el tratamiento de entre 14 y 40 personas al año. En 2015, se trató a 84 pacientes, mientras que en 2021 el Gobierno tiene previstos gastos para el tratamiento de 450 personas, con un costo promedio de un tratamiento fijado en unos 75 000 euros. Pero no es suficiente.
No hay un recuento oficial de cuántos ucranianos necesitan trasplantes, explica Yuriy Andreev, presidente de la ONG Movimiento Nacional de Trasplantes. Según las estimaciones de los médicos de todo el país, es probable que la cifra sea de unas 5000 operaciones al año.
India dejó de proporcionar trasplantes a los ucranianos en 2018 tras un cambio en el Gobierno. Según Andreev, cuando los nacionalistas llegaron al poder, los indios tenían prioridad para los trasplantes.
«Cuando India dejó de realizar estas operaciones, había 19 ucranianos en sus listas de espera. Ocho esperaban en la propia India. En tres años, seis ataúdes de zinc han vuelto a Ucrania en lugar de personas vivas. Simplemente no recibieron los órganos a tiempo. Ucrania tampoco recuperó su dinero», afirma Andreev.
En consecuencia, para los ucranianos que esperan la ayuda del Estado para pagar los trasplantes, la vecina Bielorrusia es prácticamente la única opción. Los órganos no pueden esperar eternamente a un paciente. Por ejemplo, un corazón tiene que ser trasplantado en cuatro horas, de lo contrario será inviable. Por eso, cuando los datos del receptor y el donante coinciden, los sistemas automatizados entregan el órgano al receptor más cercano. Para los ucranianos es realista llegar a Bielorrusia en auto o avión en este plazo.
En junio había 342 ucranianos en las listas de espera bielorrusas. Ucrania ha pagado los gastos médicos de 18 de esos pacientes. Sin embargo, el 26 de mayo las autoridades ucranianas interrumpieron los viajes aéreos entre ambos países, después de que Bielorrusia obligó a un avión de Ryanair a aterrizar en Minsk, donde la Policía detuvo al periodista de la oposición Raman Pratasevich. Ucrania siguió el ejemplo de la Unión Europea, para «garantizar la seguridad de los vuelos» y presionar al régimen de Aleksandr Lukashenko. Sin embargo, la decisión ha tenido sus consecuencias: los que ya han salido para recibir trasplantes de órganos están atrapados en Bielorrusia.
Los pacientes suelen estar en estado crítico después de un trasplante, y su vida puede verse amenazada hastaq por mínimas infecciones. Por eso los viajes en transporte terrestre son arriesgados. Para volver a casa después de un trasplante de hígado, Anna Kurylova, que vive en Kharkiv, tuvo que recurrir a especialistas en el transporte de enfermos graves porque no podía tolerar el viaje de 20 horas en autobús hasta su casa. Tuvo que buscar la ayuda del Gobierno regional de Kharkiv y de los miembros del consejo local.
Los ucranianos de las listas de espera siguen teniendo que viajar a Bielorrusia cada tres meses para hacerse pruebas. Pero es una incógnita si se les permitirá cruzar la frontera, dice Andreev.
The Ukrainian government needs to talk to the Belarusian authorities and receive guarantees that people on the waiting list can definitely have their operations, so as to avoid what happened in India. If there are no such guarantees, then it will become necessary to raise the question of bringing the people and the money back to Ukraine.
El Gobierno ucraniano tiene que hablar con las autoridades bielorrusas y recibir garantías de que las personas en lista de espera podrán operarse definitivamente, para evitar lo que ocurrió en India. Si no hay esas garantías, será necesario plantearse traer a las personas y el dinero de vuelta a Ucrania.
El Ministerio de Salud ucraniano insiste en que el dinero se devolverá si no se realiza la operación o si la persona recibe un órgano en otro país. Pero Andreev cree que Ucrania debería centrarse en construir su propio sistema de trasplante de órganos.
Ayuda desde provincias
Olha y Vasiliy tuvieron sus esperanzas puestas en Bielorrusia durante mucho tiempo. Pero esa situación cambió hace dos años.
El 25 de diciembre de 2019, hubo una difícil conversación en un pequeño hospital regional de la región de Volyn, ciudad de Kovel. Poco antes habían traído a un hombre con una lesión cerebral grave. No fue posible salvarlo; el personal médico lo declaró con muerte cerebral. Ahora, la misericordia de los familiares y las cuidadosas palabras de los médicos decidirían si los órganos del fallecido podrían salvar la vida de otros.
En Ucrania, cuando se trata de donantes de órganos, se presume que una persona no ha dado su consentimiento para donar órganos. Solo los familiares tienen derecho a cambiar esta situación. Y el día de Navidad, en Kovel, eso hicieron. Solo cuatro horas después de la firma de los documentos, el cuerpo del donante yacía en una mesa de operaciones, y tres pacientes recibieron sus órganos: dos recibieron riñones, uno el corazón. Fue el primer trasplante de corazón realizado en Ucrania en 15 años.
Este sensacional trasplante de órganos múltiples solo fue posible gracias a la dedicación de los médicos locales. A lo largo de la historia de Ucrania como nación independiente, los trasplantes de órganos han sido como una de fantasía, aunque no haya ninguna ley que los prohíba.
«El problema radicaba en que en la ley [aprobada en 1999] no había ningún procedimiento para trasplantes», explica Maksym Ovechko, jefe del Centro de Trasplantes del Hospital Clínico de Urgencias de Lviv. «En consecuencia, cualquier error en el historial médico del paciente podía interpretarse como una infracción de esta ley. Esto significaba que los médicos enfrentaban una responsabilidad penal, y por eso tenían miedo».
Sin embargo, a este equipo de profesionales médicos de Kovel «se les ocurrió hacer algo global en un hospital regional». Querían hacerlo, y lo hicieron, dice Ovechko.
En los cinco meses siguientes de 2019, el equipo realizó nueve trasplantes de riñón y dos de corazón. Y aún fue más fácil, cuando en diciembre de 2019 el presidente Volodymyr Zelenskiy firmó las enmiendas que aclaran las normas para los trasplantes de órganos.
La mayoría de los profesionales médicos de aquel equipo de Kovel trabajan ahora en Lviv. El alcalde de la ciudad, Andriy Sadovyi, les invitó a abrir un centro de trasplantes en los terrenos del hospital de urgencias. Vasiliy fue el primero en la lista de espera cuando Ucrania empezó a realizar trasplantes de órganos. Al cabo de año y medio, recibió su nuevo riñón.
«Me sorprendió el nivel de los médicos, su capacidad de comunicación, su trato», dice Olha, recordando la llamada que recibieron la tarde del 31 de mayo de 2021. «En una hora estábamos en una ambulancia y a mi esposo lo operaron a la una de la madrugada. El equipo respondió todas nuestras preguntas, siempre sonreían; no podíamos creer que estuviéramos en una clínica ucraniana».
En la actualidad, Vasiliy está en rehabilitación y toma medicamentos para que su cuerpo no rechace el órgano donado. Pero gracias a los médicos ucranianos, vivirá.
Muerte y consentimiento
La ley aprobada en 2019 prescribe el procedimiento para los trasplantes de órganos. En primer lugar, los médicos tienen que establecer que se ha producido la muerte cerebral con la ayuda de equipos especializados. A continuación, comprueban el Sistema Estatal Unificado de Información para el Trasplante de Órganos y Tejidos para ver si la persona había aceptado ser donante de órganos. Si es así, se puede realizar el procedimiento de trasplante. Si no, el médico puede pedir el consentimiento de los familiares del fallecido, aunque no está obligado. Estos dos factores se consideran obstáculos potenciales para el desarrollo del sistema de trasplantes de órganos de Ucrania.
«El 80 % de los hospitales simplemente no tienen acceso al equipo que puede ayudar a confirmar la muerte cerebral. Tendrían que comprarlo con los presupuestos locales», explica Andreev, y señaló que esto suele estar fuera de su alcance. El equipo necesario cuesta entre 7500 y 11 000 dólares.
En cuanto a obtener el consentimiento de un familiar para el trasplante, la ley establece que el consentimiento tiene que acordarse a través de un coordinador de trasplantes, especialista médico que tiene que hablar con los familiares del posible donante, y también supervisar todo el proceso.
«Estos especialistas no existen en el 90 % de los hospitales. Y en los que sí los hay, el coordinador de trasplantes a menudo no puede explicar todos los matices del caso», dice Ovechko. «Pero la gente sufre una grave pérdida en esos minutos. Muchos simplemente se niegan, [mientras que] algunos reaccionan agresivamente y casi nos acusan de vender órganos. Nuestra sociedad no está preparada para la donación de órganos».
Todo esto se traduce en un déficit enorme de órganos procedentes de donantes póstumos, continúa Ovechko. La demanda actual de riñones es de 1500 al año, pero en los primeros seis meses de 2021, Ucrania solo realizó 120 trasplantes de riñón. Se necesitaban 500 hígados, pero solo se trasplantaron 20. Se necesitaban al menos 400 corazones, pero solo se han realizado algunas docenas de trasplantes.
Ucrania podría ser independiente de los trasplantes en cinco años, cree Ovechko, según el ritmo creciente de hospitales que realizan trasplantes, el aumento de los especialistas en este campo y el progreso tecnológico.
Treinta hospitales ucranianos están autorizados a realizar trasplantes de órganos, pero en realidad apenas 12 los realizan. En comparación, en Alemania hay 30 clínicas especializadas solo en trasplantes de riñón.
La Unión Europea está trabajando en un sistema de listas de trasplantes unificadas, y algunos países europeos ya cooperan en el intercambio de información sobre donantes. Andreev cree que Ucrania podría firmar un acuerdo similar con sus vecinos. Sin embargo, todavía hay barreras que superar. En estas condiciones, a Ucrania no le queda más remedio que desarrollar su propio sistema de trasplantes de órganos. Y esto puede hacerse si hay médicos formados, un sistema de donación de órganos, una buena financiación y voluntad política.