Resumen del año: En 2023, la crisis climática ocupó el primer lugar en la agenda del Caribe.
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Como en el resto del mundo, en 2023 el Caribe tuvo su buena dosis de triunfos y desafíos, pero como parte de la región de los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), los efectos negativos del cambio climático son inminentes.
De todas las noticias que publicó Global Voices Caribe en 2023, la mayoría se relacionaron con la creciente amenaza y la importancia de la justicia climática para la sobrevivencia de la región. Esto no significa que no hubiera inquietud por la delincuencia y la violencia, tensión por la política o tristeza por los iconos del Caribe que fallecieron en 2023, sino que la crisis climática fue el tema que más interesó a los usuarios de las redes sociales, así como a los periodistas de toda la región.
Desafíos del cambio climático
Como las naciones del Caribe generalmente tienen poblaciones reducidas y menor nivel de industrialización, la región emite menos carbono que muchos países del hemisferio norte. Sin embargo, sufren las peores consecuencias por su ubicación geográfica.
La crisis climática se ha convertido en una amenaza para los PEID, con impactos graves y polifacéticos, desde aumento del nivel del mar que erosiona las costas, amenaza las comunidades costeras y agrava el riesgo de que el agua salada entre en las fuentes de agua dulce, hasta temperaturas incómodamente muy altas y alteración de los ecosistemas.
La creciente frecuencia e intensidad de las tormentas tropicales y los huracanes también han puesto a los países caribeños en el centro de la crisis climática, y causado daño generalizado a las infraestructuras, perturbado los medios de subsistencia y amplificado los retos de la recuperación.
Seis años después de que Dominica sufrió los efectos del huracán María, el país sigue intentando construir viviendas resistentes al clima, lo que hace que sus líderes estén aún más decididos a abogar por mecanismos adecuados para pérdidas y daños en la recién concluida conferencia COP28.
Dominica también ha sido proactiva en otros rubros. Se convirtió en el primer país del mundo en destinar 800 kilómetros cuadrados (300 millas cuadradas) de sus aguas para establecer un santuario de cachalotes, especie en peligro de extinción que puede ayudar a combatir el cambio climático.
Sin embargo, hubo muchos casos en 2023 en que el progreso climático parecía ir un paso adelante, dos pasos atrás. Mientras la ecologista Allison Ifield, por ejemplo, continuaba su lucha para proteger los manglares de Belice, los jamaicanos se veían obligados a luchar para entrar a sus propias playas. La contaminación por plásticos en las playas también estuvo alcanzando niveles preocupantes, y hubo muchas protestas por proyectos inmobiliarios no ecológicos y la contaminación de las fuentes de agua de la isla.
Mientras tanto, Ramsar en Antigua y Barbuda siguió amenazado por una grieta en un banco de arena que, si no se corrige, puede poner un peligro el bienestar de los ecosistemas de la laguna, así como los medios de vida de las personas. La grieta se produjo en 2017, después de que el huracán Irma, de categoría 5, azotó la isla.
Cómo la crisis climática afecta a las comunidades
En 2023, Global Voices publicó varios reportajes que ofrecieron a los lectores una visión más profunda de las muchas formas en que el calentamiento global ha ido repercutiendo en diversas comunidades, incluidos mujeres y recién nacidos, las mujeres que menstrúan, y otros grupos vulnerables, como los discapacitados visuales y los indígenas. Muchos se han posicionado en la primera línea de la batalla por la justicia climática.
Muchos de los afectados han tenido que enfrentar todo tipo de problemas, desde estrés y problemas de salud mental, hasta búsqueda de formas de afrontar sucesos como inundaciones e incendios forestales.
Los efectos en la tierra y el mar
Otro grave efecto de la crisis climática en las naciones insulares es el alteración de la agricultura por los cambios en los patrones de precipitaciones y la mayor frecuencia de las sequías. En muchas economías insulares, la agricultura a pequeña escala es una fuente vital de ingresos y sustento. Como consecuencia, países como Guyana y San Vicente y las Granadinas han tenido que lidiar con la producción de alimentos y tenido que encontrar formas de combatir la inseguridad alimentaria. En Trinidad y Tobago, el vetiver se promueve como solución fiable y ecológica para mitigar los efectos de las inundaciones, los deslizamientos de tierras, la desestabilización de laderas y la erosión.
Además, el calentamiento de los océanos ha puesto en peligro los vibrantes ecosistemas marinos que constituyen la columna vertebral de muchas economías caribeñas, lo que obliga a las naciones insulares a tomar acción. Trinidad y Tobago, por ejemplo, ha empezado a crear asociaciones para ayudar a proteger sus arrecifes de coral. Surinam, cuya pesca se ha visto afectada negativamente por el cambio climático, está recurriendo a opciones como la acuicultura, mientras que Belice tiene muy claros los beneficios de una economía azul. Cabe mencionar que, en 1982, Belice fue el primer país de Centroamérica que designó un Área Marina Protegida con el monumento natural de Cayo Half Moon.
Jamaica también fue el centro de atención en 2023 en lo que respecta a las amenazas a los océanos del mundo. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) es la agencia de Naciones Unidas que tiene el mandato de organizar y controlar los recursos minerales de los fondos marinos internacionales “en beneficio de toda la humanidad”. Su sede está en Kingston, donde las deliberaciones sobre la explotación minera de los fondos marinos alcanzaron una fase crítica
En las diversas reuniones que se celebraron, los jóvenes activistas y artistas fueron muy participativos y hablaron de la importancia de defender las profundidades marinas.
La tímida esperanza de la COP28
Incluso antes de la inauguración de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023, COP28, en Emiratos Árabes Unidos, se instó a los líderes caribeños a no desaprovechar la oportunidad de hacer que la conferencia sobre el clima fuera “transformadora”, y que más gente tomara conciencia del gran potencial de las alternativas a los combustibles fósiles.
Aunque algunos temían que la inacción en la COP28 supusiera la sentencia de muerte para regiones vulnerables como el Caribe, los pequeños Estados insulares en desarrollo hicieron lo que estaba en su mano para defender iniciativas de energías renovables, como la necesidad de intensificar los esfuerzos de descarbonización.
Al final, las grandes victorias fueron la tan esperada puesta en marcha del Fondo de Pérdidas y Daños y el reconocimiento final de la necesidad de abandonar los combustibles fósiles. Sin embargo, sin una obligación firme ni una fecha límite para obtener resultados, las naciones caribeñas son comprensiblemente cautas en su optimismo. Después de todo, la mitigación de los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero para garantizar la sostenibilidad y la sobrevivencia, debe llevarse a cabo de forma colectiva para tener alguna posibilidad de alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales.